Si alguna vez se han preguntado por qué los vinos son de distintos colores, en este artículo se los explicamos.
Vinos Tintos
Los vinos tintos provienen, en su mayoría, de mostos (zumo) de uvas tintas, como Cabernet Sauvignon, Merlot o Carmenère; aunque en realidad lo que confiere el color tinto al vino es el hollejo, o la piel de la uva. Cuanto más tiempo pase en contacto el mosto con el hollejo, más oscuro será el vino.
Su temperatura de fermentación suele ser alta, entre 25º y 30º centígrados para extraerle el máximo posible de color a la uva.
Con el paso de los años, los vinos tintos tienden a volverse más claros.
Los vinos tintos tienen mayor cuerpo (algo así como la densidad que se siente en la boca).
Vinos Blancos
A diferencia de lo que se pudiera pensar, el vino blanco puede provenir tanto de uvas tintas como de uvas blancas: Sauvignon Blanc, Chardonnay. Las uvas se prensan y se obtiene solo el mosto (zumo), sin las pieles, con su característico tono amarillo transparente.
Su temperatura de fermentación es significativamente menor a la del tinto, 20º centígrados aproximadamente.
Con el envejecimiento, los vinos blancos se oscurecen.
Los vinos blancos son más ácidos y cítricos.
Vinos Rosados
Finalmente, los vinos rosados se producen a partir de uvas tintas, pero la piel pasa menos tiempo en contacto con el mosto (zumo) durante el proceso de maceración. Las uvas suelen tener un grado de madurez menor comparado con las utilizadas para los vinos tintos.
Su temperatura de fermentación es parecida a la de los vinos blancos, apenas inferior a los 20º centígrados.
Al pasar el tiempo, los vinos rosados obtienen tonos anaranjados.
Los vinos rosados tienen un buen nivel de acidez y son frescos.
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