Por: Ariz Rivas
Eran las 11:40 del día y ya contábamos los minutos para salir del trabajo y la escuela, para emprender este viaje y celebrar nuestros cumpleaños.
Mientras pasaban los minutos, recordábamos todo lo que tuvimos que pasar para que este día llegara, en algún momento parecía que nunca lo lograríamos, pero el esfuerzo al fin se materializaba frente a nuestros ojos.
La aventura salió de un simple comentario de una de nosotras tres, quien se negaba a tener un cumpleaños como cualquier otro, buscaba hacer un cambio en su rutina y enfrentarse a sus miedos, comentario que tomamos como invitación y pronto buscábamos fechas, precios y opciones.
La misión: Lanzarse del paracaídas.
Teníamos el dinero, teníamos la fecha y teníamos la coartada, pero aún no teníamos el medio para viajar de San Luis Potosí a Tequesquitengo, siendo tres chicas de 23 años recién cumplidos, con poca experiencia en carretera y muchas ganas de viajar.
Cuando veíamos que todo parecía listo para derrumbarse, un viajero más se unió al plan y cuando menos lo esperábamos ya estábamos listas para tomar el camino.
Una de nosotras manejó hasta Querétaro y nuestro nuevo invitado tomó el volante hasta Cuernavaca, donde pernoctamos para retomar el camino hacia Tequesquitengo la mañana siguiente.
A pesar de que el gran desafío era dar el brinco a 13,000 pies de altura, lo más interesante del evento fue el viaje para llegar.
El viaje se desarrolló entre risas, perdidas, vueltas en contra, sándwiches viajeros, canciones del recuerdo, lluvia, sol, viento y todo eso que llenó las 18 horas que permanecimos en el auto y que culminaron en los 60 segundos de caída libre y los 3 minutos de planeo por encima de un hermoso lago.
¡Lo logramos! Fue lo único que podíamos decir. ¡Lo logramos!
No hubo miedo, no nos retractamos.
Los mejor de viajar a veces no es el destino, es toda la experiencia.
*Si quieres que tu historia aparezca en Alan x el mundo, sólo envíala a [email protected]