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Festival de vinos y food trucks en Querétaro

“Nos gustaría que asistieras al Festival #FoodtrucksandWine de Viñedos la Redonda, este 17 y 18 de octubre. "¿Vinos, Food Trucks?" dos de las cosas que más amo en la vida, juntas. "Por supuesto”, respondí sin titubeos.

Llevaba varias semanas obsesionado y atormentado con el vino. Con mis amigos hasta inauguramos tertulias semanales que emulaban las de un grupo de señoras conservadoras, “Noches de Vino y Quesos” las llamamos. Todos aquí tenemos menos de 30 años.

 Y un día entre semana, lo que me faltaba: “Nos gustaría que asistieras al Festival #FoodtrucksandWine de Viñedos la Redonda, este 17 y 18 de octubre. “¿Vinos, Food Trucks?” dos de las cosas que más amo en la vida, juntas. “Por supuesto”, respondí sin titubeos. Invité a mi roomie Esteban, y a dos amigas Instagrameras, Moni y Dani. Acordamos encontrar a los organizadores en la Fuente de Cibeles (en la Ciudad de México) a las 9 am, donde un autobús nos llevaría a los viñedos, en el estado de Querétaro. Abordamos el autobús, y de inmediato empezamos a platicar de vicisitudes banales, pero interesantes, con el otro grupo de invitados especiales al evento, los “tuitstars”.

Los viñedos se encuentran en el km 33.5 de la Carretera a San Juan del Río-Ezequiel Montes. Cuando llegamos a nuestro destino, el autobús levantó una nube de polvo, dejando estelas de neumáticos sobre el suelo arcilloso tan característico de estas tierras, y dejándonos entrever, por primera vez, los campos de vid de la región.

Lo primero que hicimos fue asistir a una cata, donde nos enseñaron aspectos básicos y culturales sobre el vino. Para comenzar, un vino espumoso, burbujeante, y después uno tinto de crianza, un Merlot.

“Los blancos se deben tomar a temperaturas entre 6 y 11 grados, y los tintos entre 12 y 18,

es un grave error tomarlos a temperatura ambiente” comentó el sommelier. “Imagínense tomarse un vino en Hermosillo, Sonora a 45º centígrados”.

Además de medir la temperatura, el primer trago de vino es importante porque ayuda a examinar la integridad de la botella; al darle un trago directo, y pasarlo por la garganta, si provoca escozor, es que hay algún defecto.  También hablamos sobre la gran gama de colores que un vino puede alcanzar, no es solo rojo (tinto), o blanco, o rosado (rosé), sino que existen muchas otras tonalidades; las notas del vino, que se refieren a los sabores en boca y a los aromas en nariz; y el orden en que se deben probar los diferentes tipos: del más dulce al más seco, del más débil al más fuerte, del más joven al más añejo.

La siguiente etapa del recorrido fue una visita guiada por los viñedos, que se encuentran en un lugar privilegiado para el nacimiento y maduración de las uvas. La llanura queretana, flanqueada por gigantes montañosos, y a casi dos mil metros sobre el nivel del mar, representa un microcosmos ideal. Aquí las estaciones siguen su ritmo natural, muy parecido al clima Mediterráneo, con inviernos templados, veranos calurosos, y otoños y primaveras variables. La brusca oscilación de temperatura entre el día y la noche, y la permeabilidad del terreno, resultan en frutos con propiedades más concentradas.

“Aquí se plantan uvas Merlot, Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Malbec, Chenin Blanc, Trebbiano y Sauvignon Blanc, entre otras menos conocidas, pero complementarias”. Nos explicó el guía viticultor, que hablaba a la velocidad de la luz. “Las plantas ahora se encuentran desprovistas de hojas y uvas, porque acaba de pasar la Vendimia”.     Ya a este punto moríamos de hambre, así que el siguiente paso lógico fue el de correr a los Food Trucks estacionados en la explanada y atascarnos de toda la comida ofrecida. La idea de combinar Fast Food con la bodega fue brillante, ya que una de las causas del lento crecimiento en el consumo de vino en México es que no conciliamos la idea de maridarlo con la comida mexicana: ¿echarnos unos taquitos con vino tinto? ¿o con unas enchiladas o hamburguesas?. Esta era una excelente oportunidad de reivindicarse.

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La Chef Alejandra Herrera, del restaurante La Trattoria, fue la encargada de acompañarnos en nuestro recorrido gastronómico, en el que, entre otras cosas, comimos hamburguesas hechas a base de pan de muerto, tinta de Calamar y Sirloin; papas a la francesa con polvo de pimienta y limón; pizza en horno de piedra a los cuatro quesos; y las que fueron mis favoritas, las costillas BBQ, que se desbordaban en el plato desechable como si fueran de dinosaurio. De postre unos diminutos pero deliciosos cupcakes.

Y de repente, sin tiempo para la digestión, la sorpresa. “¿Podrían acompañarme al helipuerto?”. Dijo otro de nuestros acompañantes. “Un momento… ¿dijo helipuerto? eso quiere decir que…?

Efectivamente, después de unos minutos de espera, mis amigos y yo estábamos montados en un helicóptero, volando por los Cielos de Peña de Bernal, con una vista espectacular de los viñedos, la bodega, las nubes y los cerros.

De vuelta a tierra, una rápida visita a las bodegas y sus barricas de roble americano, francés y romano. Aquí descansan sus tres colecciones de vinos: los jóvenes “La Redonda” (blanco, rosado, espumoso y tinto); los varietales, con tiempo en barrica, “Orlandi” (blanco, rosado, tinto y espumosos); y los vinos de guarda, Premium “Sierra Gorda” (blanco Chardonnay, y los Tintos).  

Finalmente, había llegado el momento de disfrutar de la fiesta. Paseo por la vuelta de la fortuna, aventura en el toro mecánico y después a bailar, en lo que parecía un rave enológico, rodeado por los nuevos amigos “tuitstars”, los amigos instagrameros de antaño y la música electrónica de los DJ’s invitados.

Lo que en ese entonces parecía una buena idea, se reveló después como una pésima. Tanto movimiento, con tanto vino consumido, marea el cuerpo y el espíritu, y eso tuvo efectos en los invitados ¡Pero vaya que nos la estábamos pasando bien! Para eso de las 8 pm, ya estábamos de regreso en el autobús para volver a la Ciudad de México. La mayoría del trayecto me la pasé dormido.

Al otro día, todo perfecto, con maravillosos recuerdos y nada de cruda. Gracias a #ViñedosLaRedonda por la invitación. Además del Festival #FoodtrucksandWine, este año hubo otra serie de festivales, incluido el Festival 100 Vinos Mexicanos, el Wine Colours Music Fest y la Vendimia, eventos que sin duda se repetirán el próximo año por el éxito alcanzado en 2015.