Autora: Sandra Arias
La segunda visita a Japón no pudo ser más distinta que la primera vez, desde el instante en que llegamos sin tifones ni retrasos infinitos todo se sintió diferente. Llegamos al Park Hotel Tokyo http://www.parkhoteltokyo.com/ y al igual que miles de viajeros nos tocó sufrí el jetlag de despertar a las 3am sin poder dormir y morir de sueño a las 5pm, a mi en lo particular me costó muchísimo trabajo acostumbrarme al horario. No teníamos itinerario ni una lista de lugares a los que quisiéramos ir, esta vez solo íbamos con las ganas de disfrutar de la ciudad y sus alrededores con calma. Es raro, pero esta ocasión todo fue muy familiar, ya no me sentía deslumbrada por todo lo que me rodeaba y con esto no quiero decir que disfrutara menos este viaje, todo lo contrario, me hizo muy feliz observar de nuevo las cosas que años atrás me dejaron un recuerdo claro y preciso; desde las horas pico del metro de Tokyo, los “Business men” con sus trajes negros todos igualitos, con el mismo corte, el portafolio en mano y hasta con la misma expresión, las japonesas vistiendo como si estuvieran en una pasarela de moda, faldas cortísimas, medias negras y tacones altos, con sus ojos grandes debido a sus pestañas postizas, sus cabellos castaños y las mejillas rosadas por el rubor, las miradas curiosas de los japoneses que te ven claramente como un turista y que probablemente se preguntan de que parte del mundo seremos. Las combini stores repletas de productos en japonés que un extranjero no sabe identificar de no ser por la apariencia (que no siempre resulta ser lo que parece y lo digo por experiencia) el orden al caminar por las calles y pasillos de las estaciones gigantescas del metro, el silencio, la limpieza de las calles, el sonido de los semáforos al dar paso a los peatones, los olores de las panaderías, los tallarines, y el curry fusionándose hasta crear un aroma singular que percibes en todo lados, el “Irashaimasee” que gritan los japoneses cuando entras a una tienda, las reverencias y la extrema educación de un país que contrasta con el mío en todos los sentidos…y como no sonreír al ver el talento natural que tienes los japoneses para dormirse en cualquier lugar sin preocuparles siquiera que alguien robe sus bolsos que dejan descuidados mientras se duermen, todo TODO era encantadoramente familiar.
Algo que no esperábamos era el frío que estaba haciendo, la primera semana la temperatura máxima era de once o doce grados y la mínima cinco ¿en donde estaba la primavera? Llegué a pensar que no alcanzaríamos a ver los cerezos en flor ya que desde el primer día se veían los árboles aun secos por el invierno y sin rastro de un pequeño retoño, lo que no sabíamos es que los árboles de Sakura nos darían una sorpresa difícil de creer. Esta vez debido a la pulga que llevo dentro no quise tratar ni se me antojó siquiera probar el pescado, así que me hice de una estrategia para no comprar productos que tuvieran pescado y que yo no pudiera ver a través del empaque y fue sencillamente tomar o elegir mi comida y antes de pagar preguntar al japonés ¿no fish? A lo que en la mayoría de los casos me contestaban con un “sakana desu” que significaba “sí tiene pescado” pero ellos amablemente salían de la caja y me mostraban que comidas no lo tenían, así que en ninguna ocasión comí pescado por accidente.
Nos dedicamos a visitar cada día un barro de Tokyo, con calma, caminando mucho y mirando tienditas aquí y allá, pasamos por Akihabara, Shinjuku,Shibuya y Ginza. Ya que la vez pasada no logramos ir a Kamakura y Yokohama decidimos tomar un día para salir de Tokyo y conocer a estas dos ciudades que tienen bastante fama.
Kamakura me gustó bastante, descubrí que los pueblos pequeños y tradicionales japoneses tienen un encanto que se disfruta bastante, me recordó mucho a Nikko y dado que llegamos temprano nos fuimos directo a la atracción principal que era conocer el gran Buda. Según nos dijo una japonesa que da informes se puede llegar caminando y la duración es de aproximadamente unos 40 min, pero como al final de los días la pulga se me ponía un poco rebelde quizá por el exceso de caminar decidimos mejor guardar fuerzas e irnos en bus, que si mal no recuerdo costó 240 yenes nos tardamos unos 15 min en llegar y hay salidas cada diez minutos de la estación. El bus te deja literal en la puerta del templo, y caminas unos 30 metros y te encuentras de frente con el enorme buda de cobre, la verdad que pensé que llegar a el sería un poco más complejo y no me pareció taaaan grande, recuerdo que el de Nara me impresionó más, pero aun así el recinto es bastante bonito, pero lo que nos hizo especial ese día, fue ver de cerca por primera vez a un árbol de cerezo en flor, era pequeño, pero ya estaba cubierto por flores rosadas, ni una hoja verde, sólo flores y nosotros fascinados lo vimos de cerca y le tomamos fotos por todos lados hasta la primer “selfie” la capturamos con el árbol de fondo pensando que quizá sería el único Sakura que podríamos ver.
La verdad es que después de ver el gran Buda no hay mucho que ver, así que salimos al camino principal en dirección a dos templos uno sintoísta y uno budista que hay en un recorrido a pie de unos 4 kilómetros. El primer templo el Tsurugaoka Hachiman que es bastante bonito ya que tuvimos la suerte de ver dos bodas tradicionales sintoístas, una que estaba ya iniciada y otra desde el ritual de entrada, ambas estuvieron repletas de turistas (entre ellos yo) que no paraban de tomar fotos. Fue en este templo que compramos una maderita para colocar en el santuario y donde pedimos a los dioses prosperidad y felicidad para nuestra familia y para la pulguita que viene en camino. El templo Budista que esta un par de kilómetros más arriba fue igual de espectacular, con sus claras diferencias arquitectónicas en contraste con los sintoístas, edificios enormes de madera un jardín zen y para nuestra sorpresa unos árboles más de Sakura empezando a florecer.
Tomamos el bus de regreso a la estación para entrar en un corredor turístico que esta a un costado de la entrada de trenes y hay cantidad de tiendas lindas para comprar cosas de recuerdos y muchos lugarcitos de comida como para batanear, en uno de estos compramos unos takoyakis que yo probé poquito pero que a Ab le encantaron. Recorrer Kamakura nos tomó casi todo el día llegando desde temprano y aunque se puede hacer en un solo día Kamakura y Yokohama ya que están en la misma línea de tren nosotros preferimos dejar Yokohama para el día siguiente, yo ya estaba un poco cansada y la pulga cuando se enoja se enoja y me hace descansar, así que fui al hotel mientras que Ab salía de noche para tomar muchas muchas fotos!!.