Por: Hada García
Una de mis pasiones es viajar por el mundo y probar las ofertas culinarias de cada lugar, pues considero que la comida es una forma muy importante de expresión cultural. A través de la comida se conocen los productos locales y la sazón, por eso creo que es muy importante probar los platillos del lugar. Por lo regular la gente le pone mucho amor a lo que prepara, pues es historia pura, representa a sus ancestros, ya que muchas recetas son heredadas de generación en generación.
El detalle es que hace 3 años transformé mis hábitos y decidí volverme vegetariana, ya que quiero colaborar, aunque sea con un granito de arena, a evitar el sufrimiento de los animalitos y así mejorar nuestra calidad de vida, ayudando a evitar el deterioro del planeta. Pero es un tema que merece por sí solo otro artículo y tampoco es que sea una experta en la materia 😉
Bueno, como mencioné anteriormente, siempre que viajo pruebo los platillos locales y el primer año que viajé siendo vegetariana fui a Argentina y Brasil, no sufrí más que de una leve diarrea a mitad de mi viaje. Pero es que no me podía quedar sin probar la picanha, la moqueca, la feijoada, las coxinhas, los cortes argentinos, choripanes, empanadas, etc. Mi estómago estaba todavía capacitado para soportar el cambio brutal de dieta (por lo regular unas 2 semanas) durante mi estadía.
Hace poco más de un mes, viajé a Atenas y obvio quería probar los Gyros y algunos otros platillos como la Moussaka, que también lleva carne. Afortunadamente en Atenas hay muchísima oferta vegetariana, porque los griegos suelen consumir muchos vegetales y quesitos, así que no fue tanta carne la que consumí.
Fue un viaje corto, ya que por la pandemia preferí solo aprovechar una pequeña oportunidad que tuvimos para viajar. Entonces mi viaje duró alrededor de 5 días. El último día comencé en la tarde a tener un dolor de estómago terrible y toda la noche sufrí de diarrea 🙁 , así que compré al día siguiente algo en la farmacia y así poder aguantar el viaje de regreso a Alemania, que es donde vivo. Ya que llegué a mi departamento en Aachen (y como buena mexicana tengo que decir la frase “mi casa es su casa” así que… mi departamento es su departamento jeje), le di oportunidad a curarme sola con tés de hinojo, manzanilla y sopita de verdura, desafortunadamente no mejoró y así sufrí una semana antes de ir con la doctora familiar. Ella me recetó probióticos para poder reconstruir la flora intestinal. A partir del segundo día del tratamiento, me sentí mejor y al fin pude comer bien.
Nunca me había hecho tanto daño comer carne, pero llegué a la conclusión de que mi estómago ya no está acostumbrado a ese tipo de dieta. Por lo tanto, mi recomendación en caso de que haya por ahí vegetarianos atrevidos que quieran hacer lo mismo que yo, es decir, probar los platillos locales de los lugares a los que viajan es que pregunten a su doctor de qué manera pueden fortalecer su flora intestinal y comenzar con un tratamiento por lo menos una o dos semanas antes de viajar, para poder disfrutar con plenitud. Y porqué no, también poder disfrutar de unas buenas cervezas 😀
Solo como otra recomendación, pero creo que esta ya la han aprendido de Alan, que nos enseñó cuando viajó a la India, que tuvo que comprar pastillas para el corre que te alcanza jeje. Especialmente si se viaja a un país en donde la comida es super especiada como la India, siempre hay que llevar las pastillas adecuadas. Cuando yo hice el viaje, aún no era vegetariana y la verdad no tuve ningún problema, al contrario, disfruté tanto de la comida que ahora ¡soy super fan!
Espero que mi experiencia les sirva de ayuda y deseo que pronto podamos viajar con libertad y disfrutar de este planeta tan maravilloso en el que vivimos. Y si a alguien le ha sucedido algo parecido, me interesaría mucho conocer su historia.
Abrazos virtuales