Por: Dany Carrasco
Hace 1 año exactamente decidí emprender un viaje que lo quería realizar hace algún tiempo. Ese año coincidió que mi madre cumplía setenta años, así que se me ocurrió que el mejor regalo sería irnos de viaje juntos hacia Argentina y Uruguay. Dos meses previos al viaje le comenté la idea a mi madre, quien no lo pensó dos veces y me dio una respuesta positiva para adentrarnos en esta aventura, aunque la aventura, creo en mayor medida era para ella, debido a que nunca había realizado un viaje fuera del país y su último viaje en avión fue hace ya más de 30 años.
¡Llegó el día tan esperado! Todo estaba listo, el vuelo planificado salía desde Quito-Ecuador a las 5 am, con una escala en Lima y luego Buenos Aires, Argentina, todo transcurrió sin novedades, yo me fijaba todo el tiempo en las reacciones de mi madre, quien se encontraba un poco ansiosa luego de que el avión despegó, la ansiedad se transformó en alegría y teníamos una gran expectativa sobre lo que nos esperaría horas más tarde.
Un poco cansados arribamos a la capital de la República Argentina debido a que el vuelo se retrasó 2 horas en Lima, al llegar al hotel, la habitación asignada nos gustó mucho y solo decidimos salir un rato a comer en un lugar cercano para al día siguiente tener energías suficientes y poder conocer los innumerables sitios que nos ofrecía Buenos Aires.
El primer día salimos a conocer los sitios más típicos de la ciudad, como la Casa Rosada, la Plaza de Mayo, El Obelisco, el Puente de la Mujer, Puerto Madero, y es ahí donde decidimos quedarnos para disfrutar de un asado argentino, tan famoso mundialmente, lo disfrutamos mucho, además de ver como preparaban los diferentes tipos de corte de carne, la amabilidad con la que nos atendieron en aquel restaurante fue espectacular, así que el último día en Buenos Aires también acudimos a ese lugar para despedirnos de Argentina con un buen asado.
El segundo día teníamos previsto un tour por la ciudad acompañados de un guía, nos llevó por muchos lugares, al tiempo que relataba lo más característico de cada uno de los sitios visitados, sin embargo, creo que el tiempo en que dedicamos a cada uno de los sitios era muy corto y me quedé con una sensación un poco agridulce de aquel tour. En la tarde nos subimos al Humberto M, una embarcación que navega por el río de la plata a la vez que tiene el servicio de catering, fue una experiencia única y muy bonita.
Al día siguiente nos levantamos muy temprano ya que nos esperaba Uruguay, decidí usar el buque bus como medio para trasladarnos al vecino país, mi madre nuevamente presentó signos de ansiedad al subirnos al buque, pero luego no paraba de mirar por la ventana con una sonrisa en su rostro a medida que nos alejábamos del puerto de Buenos Aires rumbo a Colonia del Sacramento. Colonia es una ciudad pequeña pero muy acogedora, la gente es muy amable con los visitantes y creo que es la ciudad que más disfruté durante el viaje, la recorrimos a pie y cada rincón tiene una magia que atrae, mientras caminábamos por la rambla pudimos admirar el atardecer en Colonia, la verdad fue un momento hermoso que me hizo querer regresar algún día a tan bonita ciudad.
Ya en Montevideo, luego de un viaje de 2 horas en bus durante la noche, tenía muchas expectativas por conocer la capital uruguaya al día siguiente, sin embargo, al despertarme observé que caía una incesante lluvia sobre la ciudad, aquella lluvia no pararía hasta la noche, aún así, pudimos visitar algunos sitios de la ciudad, dentro de los cuales se encontraba un lugar al cual le había comentado a mi madre y a varios amigos que lo debía conocer algún momento de mi vida, ese lugar es el café brasilero, donde uno de mis escritores favoritos, Eduardo Galeano, quien, por su lectura pausada, sencilla, y muy ligada a la gente de nuestra región latinoamericana, me hizo querer estar sentado en el mismo sitio donde escribió algunas de sus páginas. Fue un momento inolvidable, el poder tomarme un café junto a mi madre en la misma mesa donde alguna vez estuvo Galeano, no tiene precio alguno, la emoción me inundó en aquel instante.
Para continuar el recorrido por Montevideo tuvimos que comprar un paraguas por que la lluvia se había apoderado de la ciudad, sin embargo, para nuestra suerte el próximo sitio a visitar quedaba a pocas cuadras del café, ese sitio era el Museo de los Andes, dedicado a los sobrevivientes y las víctimas del accidente aéreo ocurrido en 1972 en la Cordillera de los Andes, una historia única e inspiradora de cómo los seres humanos podemos salir adelante si trabajamos en conjunto, ayudándonos los unos a los otros. Por la noche debíamos retornar a Buenos Aires nuevamente tomando el buque bus, para descansar y al día siguiente continuar con nuestro paseo.
Los dos últimos días decidimos ir a los sitios que no logramos conocer cuando realizamos el tour guiado, uno de ellos fue el Teatro Colón, en donde quedamos impactados por la majestuosa sala principal y su iluminación, tuvimos una guía muy amable que nos supo explicar toda la historia de aquel lugar histórico.
El resto del tiempo lo dedicamos a caminar y comprar souvenirs, antes de que llegara la hora de retornar a nuestro país. La última noche acudimos a un espectáculo de tango porque hubiese sido imperdonable no presenciar un show de tango estando en Argentina.
Fue una experiencia muy bonita, muy bonita, muy bonita, que acabó con un abrazo entrañable con mi madre diciéndole ¡FELICES 70 AÑOS MAMÁ!
Un abrazo a toda la comunidad ALAN POR MUNDO desde Quito-Ecuador