“Pedro” estaba emocionado por haber conseguido una ganga de viaje. Viajar barato es el sueño de cualquiera, pero si suena demasiado bueno para ser verdad es porque lo es.
Lo llamaré Pedro para que conserve su dignidad y no sea exhibido públicamente pero “Pedro” es uno de mis mejores amigos. De esos cuates trabajadores, entregados y que dicen que aman viajar pero jamás tienen -o se dan- el tiempo para hacerlo como se merece.
Después de años de tratar de contagiarle el “travel bug” a Pedro, un día recibo una sorpresiva llamada suya donde con voz emocionada como cuando Carter descubrió la tumba de Tutankamón, me contaba cómo no sólo le habían llamado para ofrecerle un “ofertón” de viaje sino que además y con tal de no perder la oportunidad pues tal oferta sólo duraba unos minutos -ay ajá- se había decidido a comprarla!
El viaje maravilla consistía en 4 noches en Cancún, 6 noches en Orlando y un crucero por las Bahamas de 5 días para dos personas por el módico precio de $699 dólares. En efecto, una gran oferta.
Pedro estaba tan emocionado que me pidió que hiciéramos el viaje juntos y que no me preocupara por las fechas pues el paquete podía usarse prácticamente cualquier día del año.
Para no hacerles el cuento largo, le ofrecí acompañarlo a Cancún y que él buscara otras fechas para usar el crucero y las noches en Orlando. Buscamos los vuelos -no incluidos en el paquete- y nos lanzamos a Cancún como un par de springbreakers en busca de fiesta, sol, arena y mar.
A mi nunca se me ocurrió preguntar el hotel al que llegaríamos. Es Cancún! pensé, ahí no hay hoteles feos. Llegamos al aeropuerto y contratamos un shuttle que nos llevaría al ahora infame -según yo- hotel The Royal Cancún*
Fuimos los últimos en ser entregados por el shuttle y cómo no, si ese hotel estaba tan lejos que me sentía más cerca de Mérida que de La Isla Shopping Center. Desde todo el hotel era horrible, las instalaciones muy chafas y la habitación con menos personalidad que un papel. Respiramos profundo y le dije a Pedro -No hay bronca wey, es sólo para dormir, uno viene a Cancún por la playa y esa es claramente 5 estrellas- Oh Sorpresa! No me pregunten cómo ni porqué estimados lectores, pero justo la parte de playa que le corresponde a tan desafortunado hotel es de un color verde cocodrilo que nada tiene que ver con el azul turquesa que tanto se anuncia del caribe mexicano. Por si no bastara, el mar estaba lleno de lanchas y yates que además de todo aliñaban el agua con sus aceites y fluidos.
Yo me quedé callado y Pedro fue el que abrió la boca -me vieron la cara de pendejo!-. Bajamos al lobby con tanto calor como furia para hablar con uno de los encargados de dichos paquetes. Al pobre muchacho casi se le caen los pupilentes verdes que tan varonil lo hacían lucir al escuchar los vituperios y “coloquialismos” escupidos por Pedro respecto a cómo vilmente le habían tomado el pelo vendiéndole gato por liebre. El joven notablemente nervioso respondió con una cantaleta cuasi aprendida sobre las soluciones que ofrecía. Nos dijo que los hoteles “buenos” incluidos en el paquete registraban ocupación máxima por lo que nos habían dado ese hotel. Pero que al día siguiente podríamos disfrutar de las instalaciones de esos resorts al terminar el desayuno-conferencia al que debíamos asistir. UN MOMENTO! Además de todo debemos asistir a uno de esos desayunos donde intentan venderte tiempos compartidos bajo la condición -léase amenaza- de que si no asistimos nos cobrarán la tarifa completa del hotel?
Ahí ya no hubo nada que pudiera provocar sonrisas en nosotros. Decidimos abandonar el hotel 30 minutos después de habernos registrado. Pedro para coronar el momento le preguntó al encargado -Dígame la verdad, el crucero es seguramente un barco pollero a punto de hundirse no?- El joven al ver nuestro enojo decidió ser sincero diciendo -No son cruceros de lujo pero tampoco están tan mal- Tan rojo como un tomate Pedro y yo salimos del hotel sin saber qué haríamos.
Dentro de lo bizarro del asunto, tuve una idea. Así que sonreí y le dije a Pedro – relájate, habrá cambio de planes- pedimos un taxi con rumbo a Chiquilá para después de dos horas cruzar en barco a una maravillosa isla. Así fue como descubrí Holbox, pero esa ya es otro historia.
En el taxi de camino, Pedro hizo una llamada. -Luisa? Oye recuerdas el paquete que te conté? Pide que te regresen el dinero, es un espanto!-
Aún me sigo riendo al recordar esa llamada.
*El hotel se llama actualmente “The Royal Cancún”, esta anécdota es del 2007 y no recuerdo que nombre tenía el hotel en ese entonces. Es probable que haya cambiado de empresa y la situación no es la misma. No lo sé ni me gustaría averiguarlo.
He encontrado mucha info en internet sobre fraudes de este mismo tipo así que tengan cuidado.
Lo triste del caso es que hasta que uno esta dentro de la estafa se da cuenta de la misma. Creo que en muchisimos casos como dicen “lo barato sale caro.”
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