Colaboraciones

Entre pueblos mágicos, esferas y un festival

Hace unos días tuve la oportunidad de darme una escapada a algunos lugares de Michoacán y ¡regresé con ganas de volver! 

Visitamos Tlalpujahua, Pátzcuaro y Morelia, destinos que tienen mucho que ofrecer, gastronomía, historia, arquitectura, entretenimiento y mucho más.

Día 1. El Pueblo Mágico de la eterna Navidad 

Salimos poco antes de la 7:00 am de la Ciudad de México con dirección a Tlalpujahua, un Pueblo Mágico famoso por sus esferas y por mantener el espíritu navideño todo el año. 

Ya había escuchado de este lugar pero nunca lo había visitado, así que mi curiosidad por conocerlo era grande.

Después de casi dos horas y media de camino llegamos a Tlalpujahua, exactamente a Quinta la Huerta, donde disfrutamos de un rico desayuno. Yo comí huevos divorciados, pan dulce, un bolillo, café y jugo. 

Una vez satisfechos, comenzó la exploración por este Pueblo Mágico, primera parada: Villa de Santa Claus, un lugar que desde la entrada te lleva hasta una villa navideña europea, donde las casas tienen techos de dos aguas y el espíritu navideño está muy presente, de hecho, el diseño está inspirado en Rotemburgo, una ciudad alemana.

Además de disfrutar de la increíble vista de la villa, nos mostraron cómo es la elaboración de las esferas, las cuales se hacen con la técnica de vidrio soplado. También visitamos el Museo de la Esfera, un pequeño recinto que habla acerca del origen de los adornos navideños y la importancia de la elaboración de esferas en Tlalpujahua. 

Cuenta la historia que en la década de 1960, Joaquín Muñoz Orta y su esposa María Elena Ruiz comenzaron con la producción de esfera en Tlalpujahua y poco a poco la población se involucró en la actividad hasta que ahora es, quizá, el principal productor de esferas en México.

La villa también cuenta con un carrusel y varios espacios para tomarse fotos, incluido un castillo; y por las noches, se proyecta un increíble video mapping para cerrar con broche de oro la experiencia. 

Tras recorrer la villa, nos dirigimos hacia la mina Las Dos Estrellas, una mina que entre los años 1908 y 1913 fue de vital importancia para el pueblo e incluso para México, ya que fue la principal mina del país en la que se extraía oro y plata. 

En la mina vimos una pequeña exhibición con algunas de las herramientas que utilizaban para extraer los metales. Algo que llamó mucho mi atención fue la réplica del molde para hacer los lingotes de oro. 

Al salir de la exposición, fuimos hacia la entrada de la mina y caminamos algunos metros hacia dentro, mientras nuestra guía nos explicaba la historia de la mina y cómo eran las condiciones de trabajo de los mineros. 

Ya fuera de la mina, vimos más elementos que se utilizaban para la extracción y producción de los metales, así como las diferentes áreas en las que se dividía la mina. 

La entrada a la mina es gratuita, solo se recomienda dejar una aportación voluntaria, ya que este lugar se administra gracias a lo que dejan los visitantes. Por cierto, pueden visitar la mina en compañía de su amigo de cuatro patas. 

Terminamos nuestra visita por la mina y nos dirigimos al centro del Tlalpujahua para visitar una fábrica de esferas, en donde vimos cómo era el sistema de moldeado de las esferas y su decoración.

Posteriormente visitamos la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, probamos algunas frutas en conservas, entramos a la Casa de Santa Claus, donde hay cientos de adornos navideños, y finalmente fuimos a comer a la Terraza de Juan, desde donde se aprecian increíbles vistas de Tlalpujahua. 

Por cierto, Tlalpujahua se puede visitar todo el año y siempre encontrarán esferas y adornos navideños, pero si van entre finales de septiembre y diciembre, podrán disfrutar de la Feria de la Esfera, temporada en que el pueblo es aún más navideño; si quieren vivir esta festividad y evitar multitudes, vayan entre finales de septiembre y octubre. 

Ya al atardecer, agarramos rumbo a Pátzcuaro, otro Pueblo Mágico de Michoacán, donde fuimos directo a cenar, a la Casa del Naranjo, unas ricas enchiladas y nieve de pasta. ¡Delicioso!

Finalmente, llegó la hora de descansar en el Hotel Ibarra 14, ubicado en el mero centro de Pátzcuaro. 

Día 2. Pátzcuaro, cocina tradicional y un concierto 

El segundo día comenzó con un rico desayuno en el hotel, yo comí unos chilaquiles. 

Posteriormente, caminamos por el centro de Pátzcuaro, un Pueblo Mágico famoso por el Día de Muertos, aunque si bien no es el lugar más popular para formar parte de esta tradición mexicana, sirve de base para visitar Janitzio o Santa Fe de la Laguna. 

Comenzamos el recorrido por la Plaza Vasco de Quiroga, luego nos dirigimos hacia la Casa de los Once Patios, donde hay talleres de elaboración de guitarras, esculturas de pasta de caña, tejidos de lana, artículos de plata, entre mucho más. 

En la Casa de los Once Patios tuvimos la oportunidad de conocer un taller y el proceso de elaboración de las esculturas de pasta de caña.

Por cierto, si visitan la Casa de los Once Patios, exploren cada uno de sus rincones, ¡son muy fotogénicos!

Salimos de este sitio y nos dirigimos hacia un mirador para poder tener una vista panorámica del pueblo, este lugar se encuentra a pocos metros de la Casa de los Once Patios.

Seguimos con nuestra caminata por el centro de Pátzcuaro, pasamos por el Templo del Sagrario, que es muy fotogénico por afuera, hasta llegar a la Basílica de Nuestra Señora de la Salud, la cual es muy popular, pues los peregrinos la visitan con la convicción de ser sanados por la Virgen de la Salud.

Luego de nuestra exploración por el centro de Pátzcuaro, y de volvernos a deleitar con un helado de pasta, del que ya soy fan, nos fuimos hacia Morelia para disfrutar del último día del Festival Michoacán de Origen.

En el festival conocimos a algunas de las cocineras tradicionales, entre ellas a Benedicta Alejo Vargas, de San Lorenzo Uruapan, quien nos habló sobre la importancia de promover la comida tradicional de Michoacán y mantenerla entre generaciones.

Por supuesto probamos un poco de las creaciones de las cocineras tradicionales y luego nos dirigimos al estadio Venustiano Carranza porque se presentaría un concierto de Intocable, que he de decir que no soy fan, pero me la pasé muy bien. 

Tras nuestra velada musical, regresamos al centro de Morelia para vivir una experiencia digna de Fudis por el mundo, en La Conspiración de 1809, un restaurante histórico famoso por ser el lugar donde vivió Mariano Michelena, quien fue pieza clave en la lucha de Independencia de México, y también sitio donde se llevó a cabo dicha conspiración, conocida como la Conspiración de Valladolid.

Yo pedí Sopa Tarasca, que consta de juliana de tortilla, caldito de frijol y jitomate, además comí Uchepos de nata, que son tamales michoacanos de elote servidos con crema ácida, queso cotija y salsa de poblano, y el postre fue una pequeña degustación de ate con queso, chongos zamoranos y helado. 

Nuestro día concluyó con un merecido descanso en el Hotel Villa Montaña, el cual regala increíbles vistas de Morelia y hace sentir a uno en algún pueblo francés, debido a su increíble diseño. 

Día 3. Despedida de Morelia y Michoacán 

El tercer día nos levantamos temprano, desayunamos en el hotel, yo comí unos ricos waffles, y nos fuimos al centro de Morelia a dar un pequeño y último recorrido, pues había que regresar temprano a la Ciudad de México.

Caminamos por la plaza de armas, entramos a la Catedral y admiramos su interior, no importa cuantas veces lo vea, siempre me impresionará el órgano de la catedral.

Para cerrar nuestro recorrido con broche de oro, fuimos por un tradicional gazpacho, que consta de mango, jícama y piña en trozos, con jugo de naranja, queso y chile. ¡No lo dejen de probar si van a Morelia!

Sin duda, Michoacán siempre me sorprende e invita a regresar, así que espero que los dioses viajeros me lo concedan muy pronto.