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El día que se me ocurrió usar mi celular en el extranjero

El día que se me ocurrió usar mi celular en el extranjero. Como a los niños “Se me hizo fácil”. Ni un viajero medianamente curtido como yo se salva de cometer de vez en cuando un errorcito que en mi pueblo le llamarían tremenda pendejada. Usemos el roaming! Ni ha de ser tan caro! .

El día que se me ocurrió usar mi celular en el extranjero.

Como a los niños “Se me hizo fácil”. Ni un viajero medianamente curtido como yo se salva de cometer de vez en cuando un errorcito que en mi pueblo le llamarían tremenda pendejada. Usemos el roaming! Ni ha de ser tan caro! .

No voy a mencionar la compañía telefónica de la cual hago uso porque no quiero hacerle publicidad ni buena ni mala, pero digamos que en el fondo todas son iguales.

En mis viajes al extranjero nunca hago uso del roaming a granel pues corren los rumores de que es muy caro. Corrijo, nunca lo había hecho. Siempre contrataba algún plan mediano para poder mantenerme en contacto cuando el bendito WiFi no estuviera presente y yo tuviera una de esas emergencias como subir una irresistible, hipstersosa y súper foto a Instagram.

Al llegar al destino siempre desactivo mi cosilla de itinerancia de datos y hago uso del WiFi como el sediento del agua. Nunca había tenido ningún problema. La gran mayoría de las ocasiones el WiFi era más que suficiente y no me moría de la angustia si en todo un día no revisaba mis “mentions”.

En mi último viaje a Nueva York se me olvidó contratar un plan de datos. Total, ¿para qué? Son tres días! Aunque lo puedes hacer llegando al destino preferí abstenerme y activar la itinerancia de datos en caso necesario.

Mis casos necesarios fueron: revisar mis redes y mails durante el viaje en metro. Subir algunas fotos a Instagram, responder mails, contestar en Twitter, escribir en WhatsApp y de esas cosas que nosotros creemos que son súper importantes.

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Al segundo día de viaje y después de usar sin conciencia mi conexión mágica, me llegó un mensaje de que mi celular se acercaba a su limite de crédito.

Ah Cabrón! Eso no me había pasado antes, así que desactivé la itinerancia y no la volví a usar. Me limité a los momentos donde hubiera WiFi.

Haciendo gala de mi déficit de atención olvidé el asunto y disfruté el resto de mi viaje.

Regresé a México.

Llegó el recibo del teléfono.

Ah Cabrón!!

Reviso cuidadosamente y descubro por haber usado poco más de 34 megabytes en el extranjero debía pagar la módica cantidad de 1,800 pesos!!

Mil ochocientos por treinta megas!!! Ahora entiendo!

Me dije a mi mismo todas esas groserías que uno se reserva para el pobre empleado que te atiende en el call center. ¿Qué te costaba Alan x el mundo contratar un paquete de datos o aguantarte a cuando haya WiFi? Además es Nueva York, hay WiFi en casi todos lados!!

Mi caso en realidad no es tan grave, he escuchado historias mucho peores de cantidades exhorbitantes de dinero gastadas por que estamos un poco weyes.

Lección aprendida. No vuelvo a usar mi itinerancia de datos en el extranjero si no he comprado un paquete y me reservaré a las ocasiones en que la comunicación en forma de internet inalámbrico llegue a mi.

Estoy seguro que la próxima no se me “hará tan fácil”.

Alan Estrada

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