Colaboraciones

Descubriendo Panamá sin salir del hotel

Texto: Armando Cerra
Fotos: Mónica Grimal

¿Qué sabíamos antes de aterrizar en Panamá? Casi nada. Que está atravesado por el famoso Canal. Que hace unos años abrió todos los noticieros por unos papers llenos de fraudes. Y que allí nació un genio como Rubén Blades. ¡Ah, y que tienen unos sombreros que llevan por el mundo el nombre del país! Aunque eso parece que tiene algún matiz que aclarar. Pero para descubrirlo habrá que leer hasta el final.

Para corregir toda nuestra ignorancia, nos alojamos en un hotel de Panamá City que es una gigantesca guía de viajes ilustrada. Una introducción fabulosa para después disfrutar a fondo del país centroamericano. Ese hotel es el W Panama (así, sin tilde por temas corporativos del grupo hotelero Marriott en el que se integra).

Forma parte del bosque de rascacielos que es el distrito financiero de Panamá City. Y está a un paso de la Cinta Costera. Ubicación ideal para acercarse a los reclamos de la capital. Pero eso será más adelante, porque ahora toca darse una vuelta junto a nuestro cicerone Yamal Silcott, W Insider del hotel, un enamorado de su trabajo, de la cultura y de las tradiciones del país.

Nos reunimos con él en el welcome desk, donde no dejamos de admirar los mil y un detalles de la decoración. Su colorido y luminosidad nos ha impactado a más viniendo de la penumbra que envuelve la entrada en planta calle, desde la que se asciende al lobby del piso 15.

Pero todo tiene un significado nos relata Yamal. La semioscuridad de los pasillos se inspira en la luz tenue que apenas se abre paso en la espesura de los rain forest o junglas húmedas del territorio panameño. Se recrea ese ambiente sombrío para que los huéspedes se adentren en un lugar que les sorprende a cada paso. 

Una muestra es ese lobby que es un estallido de color. Llama la atención el enorme mostrador blanco de la recepción. Parece fuera de contexto. Más propio de Versalles que del Trópico. Pero no. En realidad, es un mueble inspirado en la larga presencia francesa en la ciudad. Y tras él se alza una pared hecha de retazos de telas con tonos y figuras variadas. Como los parches usados por las mulatas para coser sus faldas de bailar la danza Congo.

Aunque es difícil desviar la mirada de esa pared, aprovechamos para hacer el check-in y dejar el equipaje en la habitación. Por cierto, ¡una suite amplísima! Hay una cama gigantesca, pero también una pequeña sala, un área de vestidor plagado de espejos, un baño donde no falta de nada y hasta una bañera de hidromasaje, que ofrece vistas sobre la capital gracias a las cristaleras de piso a techo que cierran dos de las cuatro paredes de la suite.

Dan ganas de llenarla de agua, echar sales y relajarse un rato. Sin embargo, Yamal nos aguarda en el Wet Deck, la zona de la piscina del piso 15 para proseguir la visita por el hotel. O lo que es lo mismo dar un paseo por la historia del país. No obstante, nada más llegar nuestro guía nos interroga sobre la habitación y algunos de sus detalles. Como que si nos hemos fijado en las almohadas tejidas como si fueran molas confeccionadas por la etnia kuna o si hemos visto las lámparas que evocan la cestería artesanal.

Todo tiene un porqué. Todo recuerda la cultura y el pasado panameño, tanto el lejano como capítulos más próximos en el tiempo. Un buen ejemplo se ve junto a la pileta. Ahí, entre rascacielos se halla el Wet Bar, con su aspecto de contenedor. Una clara alusión a los portacontenedores que cada día, desde hace más de 100 años, cruzan el Canal. 

Pero no solo eso. Hay otros containers repartidos por el W Panama y cada uno de ellos se transforma en un mural que plasma un episodio canalero. En el caso del Wet Bar se trata de representar un hito para el futuro del país. En concreto, cuando el buque Cosco Shipping Panamá inauguró en junio de 2016 la esperadísima ampliación del Canal.

Esta pintura como el resto que decoran los contenedores del hotel, son también un homenaje a la forma de pintar los autobuses colectivos de la ciudad. Los llamados diablos rojos. Por eso se encargó el trabajo a un artista como Óscar Melgar, capaz de transmitir ese tono urbano y contemporáneo que tanto le gusta a la marca W Hotels.

Una vez que dejamos la piscina y regresamos al interior vemos más contendedores. Uno de ellos acoge el destination bar, cuyas paredes retratan el acuerdo de 1977 en el que Torrijos por parte de Panamá y Carter representado los Estados Unidos firmaron la devolución del Canal al país que lo acoge. ¡Algo que no se materializó hasta 1999!

Cerca de aquí está el Living Room. Un canto al tráfico marítimo. Los muros están pintados en un azul oscuro casi negro, el color del mar nocturno. Y en esa noche se iluminan cubos blancos, como las luces de los barcos en la lejanía. Además sogas amarillas van de aquí y de allá, simulando los amarres de las naves. Mientras una especie de tetris de colores recorre el mobiliario y la pared imitando la carga de un mercante. Y por supuesto, aparece otro gran contenedor, esta vez colgante a modo de cabina de DJ con imágenes alusivas al recordado Panama Railroad.

El Living invita a tomarse un cóctel, pero hemos de continuar la ruta por el hotel. Ahora llegamos  al restaurante Moró. El comedor de los desayunos, comida y cenas. Un magnífico lugar para conocer los productos locales. Unas veces con una puesta en escena muy actual como un puré de otoe con chispas de chicharrón o un risotto de remolacha. Y en otras ocasiones con aspecto tan tradicional como exquisito, sin ir más lejos un buen sancocho o un contundente arroz con pollo y pollo sacian a cualquiera. En definitiva, salimos del Moró salivando, pero ya nos vengaremos a la hora de la cena.

Cruzamos el welcome desk y por fin nos tomaremos una buena cerveza Balboa en La Cajita, otro bar y restaurante más informal del W Panama. Con un espíritu food truck. Ya habrán adivinado que se ubica en otro contenedor. Uno espectacular por su grafiti homenajeando a todos los trabajadores panameños que hicieron y hacen posible la existencia de su Canal. Un tributo que se ha personificado con el retrato de Cecil Haynes, quien comenzó a trabajar ahí en 1928 y se mantuvo hasta el año 2000. Toda una institución en el Canal, tanto es así que uno de los remolcadores  lleva su nombre. 

Aquí concluye este singular “tour” y ahora toca salir a las calles para descubrir la ciudad. Pero antes Yamal nos recomienda fijarnos en la galería de sombreros “pintaos” que decoran la entrada del W Panama. Esos son los auténticos sombreros del país, con tonos y formas algo distintas al llamado Panamá hat. Un error que también está ligado con el Canal. ¡En Panamá todo lo está! Se cuenta que cuando Roosevelt visitó las obras de las esclusas en 1906 fue retratado con este tipo de sombrero, cuyo origen en realidad es ecuatoriano, pero debido a aquellas imágenes en prensa lo que antes se conocía como jipijapa pasó a llamarse sombrero Panamá. Y así hasta hoy. ¡Caprichos de la historia!

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Armando y Monica

Mónica Grimal y Armando Cerra
Moni y Armando, Armando y Moni, tanto monta monta tanto. Ella con sus cámaras y él con sus libretas, juntos llevan kilómetros y kilómetros de viaje. Al principio con el único afán de disfrutar del momento, descubrir otros lugares y sobre todo conocer gente distinta e interesante. Pero desde hace unos cuantos años sumaron otro objetivo más: contar sus experiencias y divulgarlas en revistas y webs viajeras de un lado y el otro del Atlántico. Porque son españoles, pero tienen un largo vínculo con Latinoamérica.

IG: @photo_mgrim
FB: Monica Grimal