Es hora de perderse.
Así es, queridos viajeros. No leyeron mal… Se los estoy pidiendo. Si quieren, de rodillas… ¡Rompan sus mapas!.
Rompan sus mapas, cancelen esos tours, dejen en casa (o al menos en su mochila) sus relojes.
Les suplico, los reto… Aunque sea por una sola tarde. Si se atreven, estén preparados para grandes sorpresas, fotos espectaculares y experiencias inolvidables.
Dejemos a un lado tanta información que hoy en día bombardea al viajero (mapas, e-maps, Google Maps, GPS, guías de viajes, recomendaciones de la Tía), nublando y confundiendo a nuestro instrumento de navegación más importante: Nuestro ser guiado por sus 5 sentidos.
Los reto a entregar una tarde en aquel centro histórico, en aquella playa exótica, o en aquella gran metrópolis, dejándose guiar por eso que más les apasiona: Por el sol y su luz dorada del atardecer, por aquel edificio de tan majestuosa arquitectura visible a lo lejos, ese delicioso olor a pan dulce, la banda de danzón que suena a lo lejos, aquella conversación sobre una taza de café con el viejito que pasa todas las tardes de su vida en esa misma mesa junto a la ventana, observando su pueblo cambiar.
Los reto. Sin miedo.
Confíen en ustedes mismos. Nuestros sentidos saben mucho más de lo que creemos, y algunas veces mucho, mucho más que la guía de viajes más vendida del año.
Ningún mapa, ningún amigo, ninguna guía de viajes nos podrá decir si el sol del atardecer está iluminando la fachada de aquel teatro Porfiriano, o el rostro de la anciana con vestimenta tradicional en el mercado, o si el pastel de zanahoria de la pastelería de Doña Inés está recién salido del horno.
Confíen. Sin Miedo
Piérdanse. Sin mapa, sin programa, sin miedo… Abran puertas, suban escaleras, descubran secretas azoteas, lleguen hasta las orillas de la jungla, del pueblo, de su gente. Lleguen hasta donde no se pueda más (obviamente sin perder el respeto).
Piérdanse. Sin Miedo.
Y es allí, les prometo, donde sin saberlo, se convertirán en los autores de sus propias guías y cartógrafos de sus propios mapas.
5
3