Por: Gabriela Velasco
El año pasado empecé a frustrarme con mi trabajo, desde hace mucho tenía la cosquillita de hacer un viaje a Europa, pero por temas de que no podía tomar muchos días de vacaciones nunca se concretaba. A principios de este año tomé la decisión de renunciar y ser libre para viajar. Lo mejor de todo o tal vez lo que más me daba miedo pero a la vez aventura era irme sola.
Compré un boleto redondo a Madrid sin decirle nada a nadie para finales de abril, renuncié a principios de abril. Más adelante le conté a mi hermana y mi mamá, ya una semana antes o menos de irme le avisé a unas cuantas personas más (quise evitar malas vibras y envidias).
Empecé a armar un plan flexible (no quise ser estricta en cuanto al itinerario y solo armé los primeros días, ya que el plan era la aventura).
Tomé el vuelo en Guadalajara con demasiados nervios ya que serían 36 días lejos de casa, me tomé una pastilla para alivianar el nervio y para dormir durante el vuelo largo. Finalmente llegué a Madrid a las 12 del día de allá (perfecto para poder comenzar sin perder el tiempo). Coincidió que una de mis amigas estaba de vacaciones allá y nos pusimos de acuerdo para vernos, turisteamos un día (Palacio Real, el Retiro, Museo del Prado, Puerta de Alcalá, Puerta del Sol,la Gran vía, etc.), probar un delicioso churro con chocolate (el día lluvioso lo ameritaba) y otro salimos de fiesta donde conocí a una persona especial.
Al día siguiente perdí mi tren a Valencia por 5 segundos en la central Atocha, justo una chica lloraba porque perdió el suyo a Barcelona, le comencé a hacer plática y nos tomamos un café donde terminamos con risas y pasando nuestro contacto. Finalmente tomé un bla bla car y llegué a Valencia con un amigo mexicano, donde hizo una fiesta y casi nos lleva la policía, conocí a muchos latinos en ese día.
Días después tomé un autobús para Barcelona, tenía un poco de tiempo por los cambios de clima, así que me tomé los días leves previo a mi cumpleaños. Salía a correr por las mañanas por la playa, visité varias obras de Gaudí (Casa Btllo, Parque Guell, la Pedrera y la Sagrada Familia), el Arco del Triunfo, la Barcelonata, Estadio de Barcelona, las Ramblas, fui experta en el metro y conocí a grandes chicas en el hostal, quienes me festejaron mi cumpleaños y me hicieron sentir contenta.
De ahí partí para Rumania donde me esperaba un amigo, tenía nervios ya que es un país más lejano con cultura e idioma diferente. Mi amigo estaba muy contento y empezamos el tour en Bucarest, después pasamos a Brasov donde probé la comida típica y mi postre favorito del viaje: el papanassi. Otro día fuimos a la región de Transilvania donde visitamos el castillo de Drácula y se veía un paisaje hermoso con las montañas nevadas, más comida típica también. Luego pasamos por más ciudades y pueblos pequeños para ir a Craiova y visitar a sus papás, me hicieron una parrillada típica rumana. La gente es cálida y al final noté que es un país con mucha diferencia a los países occidentales de Europa.
De Bucaresti volé a Atenas, donde tuve que hacer pausa ese día puesto que tenía tos y debía descansar un poco. Comencé visitando la Ágora, el Templo de Efestus, el Arco de Adrián, Templo de Zeus, y por supuesto el Partenón. Probé comida típica (gyro de pollo y ensalada griega). Ese día supe que necesitaba un bloqueador de sol urgentemente, pues terminé super bronceada y me ardía la piel. También tomé un tour de 1 día a 3 islas cercanas a Atenas, ya que no disponía de mucho tiempo para ir hasta Santorini, visité Aegina, Moni y Agistri. El último día decidí pasear por la ciudad, fui al mirador más alto, al Parlamento que antes era el Palacio (aquí vi a los guardias con sus trajes típicos y su marcha tradicional) y por último a un jardín nacional. Tienen muchas tabernas y cafecitos con temáticas lindas, como uno de Alicia en el País de las Maravillas. Noté que en la ciudad hay mucho graffiti y el idioma es sumamente complicado, también que aman el pistaccio y compré unos dulces típicos.
De ahí volé a la ciudad que tanto esperaba ver y es sinónimo del romance, ¡París! Tomé el tren del aeropuerto Charles de Gaulle al Gare du Nord y de ahí caminé al hostal, dejé las cosas y comencé a caminar sin rumbo, terminé llegando al Louvre, al Sena y llegué a ver la Torre Eiffel (no caminé hasta ella pues planeaba ir el siguiente día), probé las crepas con un drink. Al día siguiente de nuevo comencé a caminar, y llegué al Barrio Latino, después fuimos a un restaurante típico con unos amigos mexicanos. Recorrimos los Jardines Elyseos, el memorial de la princesa Diana, y caminamos a orillas del Sena hasta la torre Eiffel y me senté en sus jardines como toda una parisina. Comencé a usar el metro que tiene muchísimas líneas, siempre cuidando mi bolsa, ya que todo mundo me advertía de los carteristas en esta ciudad.
El tercer día fui a visitar Sacré Coeur y Montmartre, fui a un antiguo cementerio y también visité la zona del Moulin Rouge, después recorrí algunas calles con un amigo parisino y tomamos algo al estilo francés. Después llegó mi hermana y visitamos la torre Eiffel desde las alturas, Trocadero, los jardines de alrededor, etc. También visitamos Euro Disney que tiene mucha similitud al de Anaheim (somos Disney lovers). El último día mi hermana quiso ver Sacré Coeur, visitamos el Louvre, Notre Dame (solo por fuera) los Jardines de Luxemburgo y recorrimos varias calles).
Probamos el vino francés, crepas, croissants, y el olor del metro parisino jeje. Me quedé con una mala impresión sobre el aseo de los parisinos, comprobé que es cierto eso de que no se bañan o al menos no usan desodorante jaja.
La siguiente parada fue Bruselas, (nos fuimos en un tren rápido y fue emocionante ya que era la primera vez que lo tomábamos) tomamos un free walking tour y conocimos un poco de la gran ciudad, probamos comida típica y una buena cerveza belga, visitamos el Manneken Pis, y por supuesto un waffle de postre. Antes de irnos también visitamos el símbolo de la ciudad, el Atomium.
Después nos fuimos a Brujas, donde el clima era más fresco y terminamos comprando ropa más adhoc. Recorrimos su plaza, sus calles, fuimos al Museo de la Tortura, vimos la torre, comimos en la Plaza con una excelente vista y de nuevo de postre un waffle belga.
La siguiente parada fue Amsterdam, donde no me di cuenta que el hotel no estaba dentro de la ciudad por lo que se nos complicó un poco el tema de la logística, pero de igual forma aprovechamos. Vimos el Palacio, los canales, comimos una hamburguesa que es de las mejores que he probado en mi vida. Visitamos el museo de Heineken, la casa de Ana Frank (solo por fuera ya que los tickets estaban sold out cuando tuve fecha para venir), el Barrio Rojo y experimentamos el olor inconfundible de la ciudad (cannabis).
Noté que las personas conforme vas yendo al norte son un poco más frías e indiferentes, no todas, pero sí la mayoría.
De aquí tomamos un tren nocturno, que fue una experiencia incómoda ya que no estaban numerados y nunca se me avisó que tenía que comprar una reservación para tener lugar, por lo que durante toda la noche nos estuvieron moviendo de lugar, con esto me quedó de siempre revisar y preguntar si necesito algo adicional a la hora de comprar un pasaje en tren.
Llegamos a Zurich muy desveladas y cansadas, decidimos pagar por entrar antes del hotel y desayunar, para comenzar a turistear ya que en Bélgica y Suiza todo lo cierran muy temprano. Mi hermana tuvo la idea de ir a un mirador, así que literal subimos una montaña hasta llegar al punto más alto de la ciudad. De ahí bajamos y fuimos a ver el museo de un arquitecto que a mi hermana le llamaba la atención, también un jardín chino y la catedral de Zurich, me encantó ver el lago muy limpio. También notamos que en Suiza no hay máquinas que revisen los tickets de metro ni de los autobuses, confían en que la gente lo hace.
De Zurich fuimos a Ginebra, donde quedé de visitar una amiga. Ciudad muy limpia y con gente de muchas partes del mundo. Fuimos a conocer la fuente de Agua, el Puente Montblanc y tomamos un tour en un tren. Ginebra es donde muchas entes internacionales tienen sede, la ONU por ejemplo donde vimos la escultura de la silla. Probamos una deliciosa cena suiza (raclette y vino tinto).
Después partimos para Italia en bus, vimos hermosos paisajes de montañas aún con nieve, ríos y túneles larguísimos. Llegamos a Milán donde nos esperaba un amigo de México para comenzar el recorrido en carro, desafortunadamente no nos quedamos en Milán así que tendré que volver. Nos fuimos directo a Venecia. Ese día apenas en camino reservamos el hostal, que no estaba en la isla principal por lo que tuvimos que tomar un taxi acuático (me encantó la experiencia). Dejamos las cosas y volvimos a la isla para ver la Iglesia, comer algo delicioso (la comida italiana es mi favorita así que no había manera de perderla), caminamos por la plaza, vimos como el agua subía y después tomamos un postre. Al día siguiente desayunamos a la orilla de la isla y después tomamos el típico viaje en Góndola.
De ahí partimos a Florencia, donde tomamos otro walking tour para conocer la historia de la ciudad. Aprendimos sobre los Medicci, sobre Miguel Ángel y su David, su espectacular Duomo, como la ciudad es símbolo del Renacimiento y más. Comer más pasta y gelato obviamente, para después partir a dormir a Pisa. En Pisa nos levantamos temprano para ir a la zona de la Torre y también visitar el Duomo.
Partimos a Roma y nuestro impacto al ver el Coliseo, ¡de verdad es algo extraordinario! Íbamos con demasiada hambre así que comimos justo enfrente del Coliseo (no todos los días se puede), una rica pasta por supuesto. Después vimos el Coliseo por fuera (no había tickets ya para ese día) y comenzamos a caminar por la ciudad y perdernos por sus calles bonitas, con carros clásicos y pequeños. Fuimos a ver la Fontana de Trevi, Plaza Navona y Plaza España. El hotel estaba a las afueras así que decidimos ir pronto. Al día siguiente nos levantamos no tan temprano y fuimos al Vaticano, es impresionante la Plaza y la Basílica de San Pedro, tomamos un tour en camión por los puntos turísticos y después volvimos para visitar los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina, me encantó la exposición de los papamoviles. También nos animamos a usar otro medio de transporte: los patines lime, fue divertido recorrer un pedazo de la ciudad en ellos
Al día siguiente nos cambiamos a un B&B cerca del Coliseo, ya solo mi hermana y yo. Tomamos un free walking tour cerca del Coliseo, visitamos el Palacio Victoriano (yo creía que era antiguo y me decepcioné cuando supe que es reciente, se me hizo imponente el edificio) probamos más pizzas y otro gelato, seguimos caminando por las calles y viendo lugares lindos. Otro día fuimos a comprar el ticket para el día de irnos al aeropuerto para no tener contratiempos. Al fin entramos al Coliseo, por fuera es bello y por dentro no te imaginas como sigue en pie, también visitamos los Foros Romanos, el Arco de Tito, probar otro restaurante con pastas y vino, último gelato del día. Me rehusaba a dejar Roma.
Al día siguiente super temprano tomamos el tren rápido hacia el aeropuerto, al momento de llegar al mostrador y querer arreglar un problema con el check in la señorita se mostró muy grosera y no me quiso ayudar, su respuesta fue que comprara otro boleto. Me frustré muchísimo ya que no tenía contemplado ese gasto, y peor aún casi el triple de precio que el primero que había comprado, además del tiempo perdido. Tenía desde antes de las 6 am en el aeropuerto y mi otro vuelo era hasta las 5:20 pm. Al fin llegué a Madrid y me reuní con mi hermana (ella sí pudo volar en el primer vuelo) y con mi amiga, ellas turistearon durante el día. Descansé pues fue agotador estar en el aeropuerto.
Al día siguiente las llevé a la Plaza Mayor, ver el Oso y el Madroño, La puerta del Sol, fuimos de shopping y a que probaran el chocolate con churros de San Ginés. Ese día volvimos y descansamos un rato, pues al día siguiente caminaríamos mucho en Toledo. Al viaje en Toledo se nos unió un chico que conocí en Valencia, se me hizo lindísimo Toledo, una combinación de varias culturas, edificios bonitos y de nuevo tomamos un free walking tour. Regresamos a Madrid y mi hermana y yo fuimos al roof del Riu, que es muy famoso, la vista es linda desde ahí. El vuelo de mi hermana era en la madrugada y el mío hasta la noche, así que yo tenía aún casi todo el día para visitar más. Probé un arroz español delicioso y probé un cafecito estilo francés con otra amiga mexicana. Fue hora de decir adiós y ya siendo experta en el transporte público volví al aeropuerto a enfrentar mi regreso a México jeje.
Atte. Gabriela Velaso
IG: bbygabs