Por: Gabriela Contreras
Una de las cosas que más amo es viajar y exponerme ante nuevas aventuras por vivir. Durante los últimos 5 años me he dedicado a viajar por todos los rincones de México. Explorando los bellos pueblos mágicos, playas y ciudades para compartir esta travesía con una comunidad viajera en redes sociales.
Luego, en 2020 llegó la pandemia y una nueva aventura comenzó.
Noté algo en mi cuerpo que no era normal y cuando fui a chequeo médico escuché las palabras que no quieres oír jamás: “Lo lamentamos señorita, es cáncer”.
Fui detectada con células malignas en el seno. Fue una sorpresa porque soy joven y genéticamente no tengo antecedentes de enfermedades como esta en mi familia.
El diagnóstico de Cáncer de Mama vino acompañado de sentimientos de miedo, tristeza e incertidumbre QUE se apoderaron de mi.
Había comenzado quizá, la aventura más importante y retadora de mi vida.
Pensaba que a veces para llegar a nuestro destino pasamos por caminos bien trazados y conocidos que son fáciles de cruzar. Y otras veces en la vida, nos toca caminar por espacios desconocidos que dan miedo atravesar. En ese momento temblaba al no conocer que había adelante. Pero estaba segura que este bache en el camino iba a pasar y que grandes cosas habían por venir.
Para este nuevo viaje decidí llevar poco equipaje para transitarlo en paz.
Me llevé confianza, trabajo personal, amor, compasión y seguridad. Descubrí que yo era mi mejor acompañante y pude compartir este proceso con seres que me dieron mucha fortaleza en el camino.
Aprendí que todas las cosas pasan por algo, sobre todo, pasan para algo.
Confía en la turbulencia. Por más caótico que pueda ser el escenario, confía en ti y confía en el propósito. Recuerda que el viaje no se detiene, se acerca un nuevo bello destino.
El viaje más importante que recorremos es nuestra propia vida. A veces necesitamos dar un salto de fe y pasos de valentía para volver a sentirnos completos y conectar con nuevos propósitos.
Después de este evento, cada nueva experiencia la disfruto más.
Hoy me queda claro que venimos a esta vida solo a una cosa: ¡A vivir!
Empieza a agradecer y apreciar el presente, porque nada se repite dos veces.