Desde que llegas a Casa Wabi su arquitectura impone: una fachada de gran altura te da la bienvenida a un sitio con corredores largos y espacios de creación que van derivando en otros, dejándote la sensación de entrar a un lugar sin fin.
Aquí, el tiempo pasa con su propio ritmo, en un ambiente monástico que convive con la gente, el arte, la vegetación y el mar de Puerto Escondido, Oaxaca.
Casa Wabi es parte central de un proyecto complejo llamado Fundación Casa Wabi. Con “complejo” me refiero a que es una asociación sin fines de lucro del que nacen tres iniciativas:
Casa NaNo, residencia artística dedicada a introducir a jóvenes artistas mexicanos a la cultura y escena de arte japonesa, en un barrio tradicional en Tokio. El espacio de exhibición Casa Wabi en la colonia Santa María la Ribera de la Ciudad de México, que le permite formar parte de la escena artística capitalina.
Y por último, Casa Wabi Puerto Escondido, donde tuve la fortuna de ser recibida por el curador Alberto Ríos de la Rosa, quien nos dio un recorrido por cada rincón del espacio y nos contó absolutamente todo sobre el proyecto.
La fundación en su totalidad sigue la filosofía “Wabi- Sabi”, que propone disfrutar del presente, encontrar la paz y la armonía en la naturaleza y las pequeñas cosas. Sin duda es lo primero que sientes al llegar a la Casa en Oaxaca, que fue diseñada por el reconocido arquitecto japonés Tadao Ando, quien creó un espacio en el que pudieran convivir los residentes de la zona con los habitantes de la Casa.
Alberto Ríos de la Rosa nos explicó que esta sede tiene 5 programas activos: producción y proyecciones de cine, exhibiciones, biblioteca móvil, taller de barro y residencias artísticas.
En este último programa se invita a artistas, a través de un proceso de selección, a desarrollar un proyecto u obra en las instalaciones de la Casa, que es una de las residencias de mayor prestigio en el país.
Los artistas aplican a través de una convocatoria y son elegidos por un consejo de especialistas; en ocasiones las convocatorias han tenido alianzas con diversas instituciones, por ejemplo con la Editorial Dharma Books, la Revista Art Review, el Gobierno de Suiza, entre otras.
Una vez seleccionados, se hacen “bloques” de cinco o seis artistas que se hospedarán en la Casa por un periodo de seis semanas. Cada uno recibe un estudio abierto frente a la vegetación o al mar para trabajar en sus proyectos.
Los artistas tienen dos misiones: la primera es desarrollar una pieza —o una serie de piezas— que estén inspiradas en la arquitectura, la naturaleza, el paisaje local y la comunidad. Si eres un chef, tus recetas deberán cumplir ese principio; lo mismo para tus composiciones si eres músico, tus coreografías si eres bailarín o tus obras si eres artista.
Una vez producida la obra, los artistas deben dejar una pieza para la colección de Casa Wabi y así, la Casa puede cumplir con su programa de exhibiciones, que son planeadas por curadores invitados y reconocidos a nivel mundial.
La colección de la Casa está en un constante y nutrido crecimiento, ya que artistas de todo el mundo vienen a explorar nuevas prácticas desde su propia línea de trabajo.
La segunda misión de los artistas es trabajar con alguna de las 15 comunidades aledañas a la Casa y con las que la Fundación está vinculada. Esto tiene como finalidad descubrir más de este microcosmos que promueve un intercambio de valores, oficios y conocimientos para el artista y el local.
Juan Pino, antropólogo de formación y encargado de la vinculación con las comunidades, me contó que cuando Casa Wabi inició, el proyecto era una incógnita para la comunidad. La solución a este problema la tuvo usando su experiencia como docente, invitando y acompañando a grupos para que conocieran las instalaciones y el trabajo de la Fundación.
Juan y su equipo no han dejado de “picar piedra” y hoy en día, la comunidad goza mucho de la interacción con Casa Wabi, porque les permite conocer otras perspectivas del mundo. Al preguntarle cómo ha incidido la Fundación en las comunidades, me platicó que sin duda el cine y la biblioteca móvil son los proyectos más nobles y los más solicitados por la comunidad:
“La biblioteca sobre todo, porque prestan libros, son muy cumplidos y receptivos”, comentó. Otro gran atractivo para los artistas y los niños de la región es el pabellón de barro que fue construido por el arquitecto portugués Álvaro Siza.
Aunque se podría considerar que la Fundación ha influido de manera positiva en la comunidad, al equipo le interesa tener una visión externa para analizar su impacto social, que quizás se podría estudiar en algunos años.
Por ahora, la Fundación tiene como reto salir hacia otras coordenadas y vincularse con otras comunidades de Puerto Escondido y del estado.
Antes de que cayera la lluvia, pudimos hacer un par de visitas a estudios y conocer a artistas residentes. En punto de las 2 PM nos sentamos a comer todos juntos y compartimos una comida exquisita; el ambiente era de amigos compartiendo o consultando formas de trabajar. No me queda duda que hay una constante retribución de conocimiento y por supuesto, de risas.
Aunado a sus programas, actividades y objetivos, en los alrededores de Casa Wabi podrás encontrar instalaciones artísticas o pabellones arquitectónicos que te sorprenderán, entre mis favoritas estuvieron: “Gallinero” del arquitecto japonés Kengo Kuma, “Untitled” de Izumi Kato y Bosco Sodi, “El observatorio” de Tadao Ando y el Pabellón de Barro de Álvaro Siza.
Como decía al principio, Fundación Casa Wabi es un proyecto complejo, con mucho que aportar y ofrecer, ya que encontrarás que todas sus actividades están hechas para buscar la armonía desde adentro hacia afuera.
¿Cómo llegar a Casa Wabi Puerto Escondido?
El primer paso es viajar a Puerto Escondido, Oaxaca. Una vez ahí, tendrás que trasladarte al lugar donde te hospedarás para resguardar tus cosas y descansar un poco.
En mi caso, me hospedé en la maravillosa Casa Bruma, que está a 20 minutos en taxi del aeropuerto y a 50 min de Casa Wabi. Casa Bruma está totalmente equipada y tiene 5 hermosas habitaciones, una alberca fresquísima, una zona de bar y terraza.
Es un paraíso íntimo y cómodo, que recomiendo mucho y más si lo quieres compartir con tu grupo de amigos.
Para conocer más de Casa Wabi, no dejes de visitar su página web.
Por Karen Huber,
Galerista y promotora cultural