Por: Isabel Montaño Sanint
Soy Isa, vivo viajando desde el 2012 vendiendo artesanías para pagar mis viajes. He recorrido América, Europa y Asia, 23 países, y todavía no me canso.
Todo comenzó porque un amigo de mi madre me hablaba de sus viajes en la época de los hippies, y me decía “Viaja, pero no de vacaciones, quédate por lo menos 3 meses en cada país” .
Esa idea quedó dando vueltas en mi cabeza, hasta que un día, sin planearlo salimos para Perú a probar el ceviche peruano. Era mi primer viaje mochilero, bajé a Méncora con mi mejor amigo, y allí conocí un peruano que iba para Brasil.
Nosotros queríamos llegar a Argentina, así que podíamos irnos juntos hasta Chiclayo. Mi amigo decidió irse en bus, y nosotros nos fuimos en un camión.
Al llegar a Chiclayo, mi otro amigo no había llegado ni iba a llegar, según él se había devuelto.
Entonces me quedé sola con mi otro amigo en un hotel, y él me dijo: “Me voy al semáforo a trabajar”.
Yo le dije que lo acompañaba. A lo que él me respondió que yo no sabía hacer nada.
“Algo haré” le respondí.
Entonces nos fuimos a la plaza de Mercado y compramos una nariz de payaso. El me prestó un overol con una carita que decía “smile”.
Y mientras él hacía malabares, yo saltaba como una loca a su alrededor. La gente paraba a vernos, los niños gritaban, los balcones de las casas y las terrazas estaban llenos de gente mirando.
Ese día descubrí que podía vivir viajando.
Así recorrí dos meses el Amazonas montando en barcos y jugando semáforos.
Y dos años más tarde me fui a hacer un documental sobre los viajeros que trabajan en la calle, para aprender de ellos y dedicar el resto de mi vida a ello.
Me fui por Suramérica un año, y no solo hice payasadas, sino que también aprendí a jugar un poco de malabares, a hacer un poquito de música y a hacer artesanías en macramé.
Luego volví a mi país, Colombia, para conocerlo. A enfrentarme con esa sociedad que dice que trabajar en la calle está mal, romper sobre todo mis propios prejuicios.
Viajé por todo Colombia, primero haciendo un documental dónde recorrí las zonas y barrios más peligrosos del país. Luego jugando en cada semáforo de cada ciudad, haciendo música y artesanías.
Y entonces abrí mi blog guiaparamochileros.com
Era la hora de hacer eso que tanto había deseado, irme a Europa a conocer otras culturas, países y vivencias diferentes. Y había escuchado que desde México salían pasajes baratos, así que tenía que subir. No estaba segura si era verdad, y tampoco quería mirar en internet. Solo sabía que alguien me había dado una moneda mexicana y que esa era la señal.
Ahorré cada peso para sacar el pasaporte, y cruzar a Panamá, haciendo un esfuerzo inimaginable con pulseras que vendía a un dólar. Ahí estuve 6 meses, y me dediqué solo a las artesanías de ahí en adelante, ahorrando para volar a El Salvador, porque me negaron la visa para Estados Unidos, que es requisito para entrar a Costa Rica y Nicaragua.
Subí a Guatemala donde me quedé tres meses y a México donde me quedé seis. Y finalmente, crucé a Europa. Mi sueño. Pero eso no se quedaría así. Vendí en Europa para sostenerme a veces difícil, a veces fácil, y tuve que cruzar en varias ocasiones a Asia, Turquía, Egipto, India, Nepal, Tailandia. Todo esto vendiendo mis artesanías y comprando materiales.
Y la historia de mi viaje continua, porque esto es una vida de viaje mochilera.