Miguel Ángel Méndez García
¿Alguno de ustedes recuerda que existe un país pequeñito entre Francia, Alemania y Bélgica?, este es el caso de este hermoso lugar Luxemburgo, medio millón de personas aproximadamente viven en un ambiente de tranquilidad y comodidad, algunos de ellos hijos de extranjeros que realizan actividades comerciales estudian en esta zona económico comercial, no es raro observar temprano a la gente corriendo en la Ciudad vestidos de trajes de manera formal.
En este ducado, se puede distinguir en su capital una muralla que sirve como mirador donde se puede sentir el correr del viento, además de ser un espacio donde la modernidad y lo clásico se unen.
Es toda una sorpresa caminar por sus calles, la zona del centro es una invitación a degustar un sin número de opciones de acuerdo a paladar más exigente, que por la proximidad con Bélgica puede uno encontrar cervezas de sabores, o algunas de ellas con un alto grado de alcohol realizadas de forma artesanal, sencillas pero con gusto y glamour.
Para todos aquellos que gustan de las compras, en la zona del centro podrán encontrar las boutiques más exclusivas así como pequeñas tiendas de souvenirs donde las réplicas en cerámica, plástico son obligadas como recuerdo de la ciudad.
Conocer esta ciudad es admirar la fusión de lo clásico y moderno en un sistema ordenado, con un nivel de vida alto, empañado de tranquilidad, seguridad y que ofrecen al visitante un abrazo cálido que nos invita a regresar.
