Por: Flor Blázquez
Viajar en estos tiempos tiene un riesgo extra que antes, aun así, decidimos continuar con el plan de nuestro viaje a Islandia. Somos mexicanos y estamos estudiando en UK, el viaje a Islandia lo planeamos desde diciembre de 2019 y originalmente sería en marzo 2020. Cuando comenzó el cierre de fronteras decidimos aplazar el viaje a mediados de agosto e ir viendo como pasaban las cosas.
¿Por qué decidimos viajar aún con la situación actual? Acercándose la fecha vimos que en Islandia se tenían sólo 6 casos por día, la situación allá está muy estable y controlada. Así que investigamos restricciones en Islandia y en UK para el regreso, hicimos el pre-registro, pagamos la prueba del Covid (9,000 ISK o 66 USD aprox. por prueba), era la prueba o hacer aislamiento por 14 días (aunque ahora ya cambió). También nos hicimos una prueba en UK antes para asegurarnos que no había riesgo de contagiar (salió negativa), empacamos cubrebocas, gel antibacterial y ¡allá vamos!
Todo salió bien, llegamos a Islandia el 13 de agosto, con lluvia, frío, y felices de poder viajar nuevamente.
Durante el vuelo (casi lleno) es obligatorio llevar cubrebocas, no hay folletos o menú de comida (es por medio de app en el celular) y solo venden pocos alimentos. Al aterrizar tienes que esperar a que la fila frente a ti ya haya bajado su equipaje para poder ponerte de pie, los sobrecargos tuvieron que regañar a varios pasajeros por levantarse justo al aterrizar.
En el aeropuerto de Keflavik el control de pasaporte está justo desembarcando del avión, por la sala donde llegas, así evitan juntar a todos los vuelos que llegan en un mismo lugar. Después de eso, revisan que tengas el código QR del pre-registro y la prueba. Llegas a los cubículos de pruebas, donde las personas muy amables toman las muestras (a diferencia de UK donde la muestra la tomas tú solo). El resultado te llega en un plazo de 12 horas, nos dijo la persona de información “no news is good news” (sin noticias son buenas noticias) y que tienes que permanecer en tu alojamiento hasta que te digan el resultado.
A nosotros nos llegó un mensaje aproximadamente 9 horas después diciendo que no teníamos Covid. El sistema es muy eficiente y rápido.
Ese primer día ya tarde, salimos a comprar cosas para el desayuno de nuestra estancia. Compramos en Brauð & Co los roles más deliciosos, en la panadería solo permiten 3 clientes dentro de la tienda al mismo tiempo. Tienen roles de diferentes sabores: canela, granola (mi favorito), vainilla y moras, y también un pan de barra artesanal delicioso.
Comimos en café Loki, el lugar estaba casi vacío, pedimos un combinado con varios platillos típicos islandeses: estofado de pescado, ensalada de chicharos, trucha ahumada sobre pan de centeno, puré nabos y gelatina de cabeza de oveja (que yo no quise probar), era una especie de embutido de carne en forma cuadrada.
Después cenamos en 101 Reykjavik Street Food, el espacio es pequeño, pero tienen mesas exteriores y acrílicos para reparar espacios en los lugares de adentro, aquí venden fish & chips, estofado de pescado típico islandés y sopas de langosta, mariscos o cordero. Por 1,800 ISK o $13 USD te sirven sopa, pan y te regalan galletas de postre, además el agua natural no cuesta y te puedes servir, en Islandia el agua de la red es de mucha calidad, así que, no compren agua embotellada y mejor lleven un termo o recipiente para tomar agua de la llave.
Tomamos varios tours, la mayoría iban casi vacíos, éramos 5 personas en la van y todos debíamos usar cubrebocas en los trayectos. Los guías estaban felices de dar los recorridos; los islandeses son personas muy amigables.
En el primer tour, un recorrido por el sur con hiking en un glaciar, Ziggy nuestro guía nos llevó primero a la cascada Seljalandsfoss, había gente, pero no mucha, podías caminar tranquilamente y guardar distancia, el lugar es espectacular y se puede disfrutar sin tanta gente alrededor. La siguiente parada fue la playa de arena negra Reynisdrangar, había más gente que en la cascada, sin embargo, no era mucha, cerca de 50 personas en toda la playa, que es un espacio bastante grande, y también podías guardar distancia. La siguiente parada fue el glaciar Svínafellsjökull; Ziggy nos platicó que antes en ese glaciar podías encontrar hasta 2,000 personas arriba. En nuestro grupo éramos 10 personas, y había otros 3 grupos similares, así que en todo el glaciar solo habíamos cerca de 30 personas. Ziggy nos dijo que era algo espectacular poder verlo así, admirarlo sin tanta gente. Ziggy tiene 66 años y ha escalado ese glaciar desde que tenía 14.. La última parada fue la cascada Skógafoss, había poca gente, cerca de 20 personas, por lo que podías caminar con distancia y tomar fotos. Regresando fuimos al centro de Reykjavik a 101 Reykjavic Street food otra vez.
El segundo tour fue por la península de Snæfellsnes, también éramos 5 personas en la van y todos con cubrebocas al subirnos. Dylfi, nuestro guía nos llevó a conocer la granja donde creció (como parada extra del recorrido 🙂 ). El día empezó con neblina en la parte sur de la costa, así que Dylfi decidió empezar por el norte y bajar más tarde esperando que ya no hubiera neblina. En Islandia el clima cambia en 5 minutos, la neblina parecía densa, pensamos que no íbamos a ver nada, y de repente… ¡cielo despejado!. Llegamos a la montaña Kirkjufell (dato extra, es la montaña Arrowhead en la serie Game of Thrones de HBO) y había muy poca gente, sólo cerca de 10 personas (incluyéndonos al tour), el paisaje nos regaló un arcoíris además de la espectacular montaña y la cascada. Después nos llevó a Saxhóll, un cráter de volcán, estaba solo cuando llegamos, pudimos subir y ver el paisaje con lava petrificada desde arriba. Más tarde fuimos al parque nacional Snæfellsjökull, que desemboca en Djúpalónssandur, playa de arena negra y donde hay restos de un barco antiguo. Además, por suerte aquí pudimos ver un zorro ártico, Dylfi nos dijo que en Islandia no hay muchos animales salvajes, sólo se tienen los zorros y algunos renos, la mayoría de los animales domésticos los llevaron. Lo que sí tienen es muchas colonias de aves, como los frailecillos, ave típica del país. Después nos llevó a Hellnar, Arnarstapi y Lóndrangar en la zona sur de la península, donde hay un pueblo pesquero y arrecifes impresionantes. En todo el trayecto del hiking no había mucha gente, vimos cerca de 6 personas en toda la caminata. Ya casi al final nos llevó a la playa Ytri Tunga, donde hay una colonia de focas, y nos tocó ver a 6 focas descansando, tampoco había mucha gente, llegamos y sólo había 2 personas cerca de las focas. Ya de regreso nos llevó a la iglesia Búðir, una iglesia pintada de negro, muy antigua y que llama mucho la atención, cuando llegamos no había gente. De cena fuimos a Bæjarins Beztu Pylsur, donde por 600 ISK o $4.40 USD te sirven hot dogs con un aderezo y tocino, y después fuimos a Icelandic Street food donde también nos regalaron un rol de canela, aquí pedimos el estofado de pescado (es puré de papa con pescado desmenuzado, servido con pan) y la sopa de cordero que te la sirven en un bowl de pan y es refill las veces que quieras, los 2 son platillos típicos islandeses, por todo fueron cerca de 4,000 ISK, unos $29 USD.
El último día fue un recorrido por el Golden Circle (Círculo dorado), en este recorrido éramos más personas, cerca de 20, pero era obligatorio usar cubrebocas dentro de la van. También empezó con neblina (así que, si hay neblina no se desanimen, que más adelante seguramente ya no habrá) y fuimos a Þingvellir, un lugar muy importante para los islandeses, aquí nació la democracia, dicen que fue donde se originó el primer parlamento y es donde actualmente van a celebrar cosas importantes, la neblina le dio un toque enigmático, es un recorrido lineal y había pocas personas. Después fuimos a las cascadas Gullfoss, creo que aquí es donde más gente hubo en todos los lugares, pero de cualquier manera podías caminar y mantener la distancia con las demás personas. Después fuimos al valle de Haukadalur, lugar amplio con géiseres, y aunque también había algo de gente, podías caminar tranquilo. Por último, fuimos a la Secret Lagoon o Laguna Secreta, es la piscina más antigua de Islandia, alimentada por fuente natural de aguas termales, aquí había poca gente, cerca de 15 personas en toda el área. De regreso a Reikiavik quisimos cenar nuevamente en 101 Reykjavik Street Food para despedirnos del dueño, con quien platicamos todos los días que estuvimos ahí, en verdad los islandeses son personas muy amigables y sonrientes.
En general, creo que visitar Islandia es una experiencia increíble, sus paisajes son hermosos, la gente es muy amable y la comida es deliciosa. Los islandeses están felices de poder recibir nuevamente al turismo, ya que es parte importante de su economía.
Tienen muy controlado el acceso de turistas, no te obligan, pero si te recomiendan descargar una app de track and trace (rastreo) en tu celular para cuando estés allá puedan detectar si estuviste en alguna zona donde pudiste estar expuesto o en contacto con alguien que haya salido positivo. Viajar siempre tiene su riesgo, pero ahora es tener un cuidado extra con todo este tema, ese es el lado no tan bueno, pero también su lado bueno porque los lugares no están tan llenos. Es importante viajar responsablemente, más en estos tiempos, asegurarse de no tener Covid para no arriesgarnos ni arriesgar a los demás, estar al pendiente de síntomas, tener teléfonos de emergencia a la mano y sobre todo seguir las indicaciones de las aerolíneas, lugares que se visiten, guardar distancia y usar cubrebocas en espacios cerrados.