En diciembre de 2019 escuchamos sobre una nueva enfermedad que apareció en la ciudad de Wuhan, China; no nos preocupamos en ese momento, ocurría al otro lado del mundo; pasaron unos días y ésta se extendió rápidamente por el país, sin embargo, aún veíamos y leíamos las noticias sin imaginar lo que ocurriría después.
A mediados de febrero los medios de comunicación informaban sobre un caso de Covid-19 en Codogno, al norte de Italia; el paciente no tenía conocimiento de haber estado en contacto con personas afectadas por el virus, hecho que alarmó a las autoridades, pues significaba que el virus ya se había esparcido en la zona. El resto de la historia lo conocemos a la perfección.
Tras la suspensión de actividades y el cumplimiento de una cuarentena, muchos nos vimos obligados a cancelar nuestros viajes, algunos logramos recuperar lo invertido, otros no. Hemos dejado de ver a nuestros amigos y familiares, y si bien la tecnología nos ha ayudado a estar en contacto, sabemos que no es lo mismo.
Actualmente vivimos en un tiempo lleno de incertidumbre y temor; nuestro ritmo de vida cambió por completo y la vuelta a la normalidad no será tal como la conocemos, hecho que a muchos nos puede causar desesperación y estrés, pues aún no sabemos realmente cómo será nuestro regreso a las actividades diarias. Sin embargo, es justo en estos momentos cuando debemos detenernos y reflexionar acerca de la situación. Sí, hemos perdidos muchas salidas, experiencias, viajes, conciertos, fiestas, reuniones; pero aprovechemos esta crisis para mirar hacia nuestro interior, crecer, mantener y reforzar la unidad con nuestros seres queridos; apoyemos a quienes están pasando momentos desalentadores, aquellos que perdieron un ser querido, quienes viven solos y hasta quienes están luchando para que salgamos adelante de esta pandemia.
En estos momentos todos necesitamos de todos , del apoyo de alguien para poder salir adelante y sobrellevar el tiempo de confinamiento al que nos hemos expuesto. Esta situación es tan desconocida para todos que incluso ya no sabemos cómo despedirnos; sin embargo, si retrocedemos hasta las raíces de una de las culturas mundiales más importantes podremos entender que las despedidas en el mundo andino representan una nueva oportunidad de encontrarnos.
En Perú, se encuentra la zona arqueológica de Kotosh, que alberga al “Templo de las Manos Cruzadas”, el cual es un símbolo de gran importancia, pues aparte de tener más de cuatro mil años de antigüedad, representa al Ayni, que en el mundo andino, significa reciprocidad y ayuda mutua.
Dicha representación fue base para las primeras civilizaciones que se formaron en el Perú, construyéndose una “cultura del cuidado” (Khuyapayaq Aylluchakuy), por lo que los miembros de las comunidades procuran el cuidado de los unos a los otros. Mantienen una ideología de que somos seres humanos comunitarios, al cuidar a los demás nos integramos y, cuando llegue el momento, los demás cuidarán de nosotros.
Este concepto del “cuidado mutuo” está basado en el amor y sus infinitas bifurcaciones: compasión, cuidado, protección, seguridad, enseñanza, compartir, reciprocidad, laboriosidad, empatía. Pues quien ama cuida, y quien cuida practica una forma de compasión.
El Ayni nos enseña a estar en contacto con los demás, con la naturaleza y todo lo que nos rodea; al cuidar de esto, también nos cuidamos; se convierte en una cadena en la que todos aportamos para el bien de los demás.
Es importante que, en estos momentos de incertidumbre y problemas sociales, seamos empáticos, si bien en ocasiones nuestras ideologías y creencias no son iguales a las de los demás, respetemos y vivamos en armonía para tener un mundo mejor.
Bien dice Alan por el mundo que los viajes siempre nos enseñan algo, y en esta ocasión recordamos ese gran viaje a Perú donde se evidencia todo lo que la cultura andina tiene para mostrar al planeta. Un gran ejemplo es esa experiencia en el parque de la papa, ubicado en Cusco, con la comunidad de Paru Paru; ¡fue algo de mucho aprendizaje!
Y ya que hablamos del Perú, les comentamos que uno de los idiomas oficiales del país es el quechua, originario de los pueblos andinos que tiene expresiones muy peculiares que, si analizamos, son profundas y esperanzadoras, por lo que sería realmente interesante aplicarlas en nuestra vida diaria, sobretodo en estos tiempos.
Para saludar a alguien no se dice hola, se dice: “Allinllachu kashanki wawqichallay” que significa “¿Estás bien? ¿Cómo te sientes mi querido hermano?
Para despedirse no se utiliza la palabra adiós, sino que se pueden usar varias expresiones como:
- Tupananchiskama, que significa hasta volvernos a “encontrar” físicamente, o toparnos.
- Tinkunakama, que significa hasta volvernos a encontrar.
- Huk punchaw rikurisun que significa nos vemos otro día.
- Huk punchaw tuparisun que significa nos encontramos otro día.
- Rikunakusun, que significa nos volveremos a ver.
- Kutin tuparisun, que significa nuevamente nos encontraremos.
Así que viajeros, en estos momentos difíciles, apoyémonos unos a otros, luchemos juntos la batalla, pues depende de todos nosotros que esto pase lo más pronto posible; cuidémonos y mantengamos la esperanza de volver a vernos.
¡Rikunakusun viajeros!
*Con información del Instituto Pachayachachiq y PROMPERÚ.