Por: Javier Rojas
“No es posible definir a Cartagena. Los historiadores han inventado otra Cartagena que no tiene nada que ver con la verdadera, es una ciudad que han intentado destruir durante más de cuatrocientos años, y creo, está más viva que nunca” – Gabriel García Márquez
Ubicada en la costa caribeña de Colombia, el oro convirtió a Cartagena en la ciudad más rica de América en los tiempos de su fundador Don Pedro de Heredia, y durante toda la época virreinal española.
La magia de Cartagena se encuentra en los cimientos de sus fortificaciones, su arquitectura llena de color, sus balcones que florecen por la calidez de su gente.
Estas mujeres han encontrado en el turismo una manera de dar a conocer sus raíces, provenientes de San Basilio del Palenque, las famosas “Palenqueras” pasean por las calles de la famosa “Ciudad Amurallada” su centro histórico, el cual fue Declarada Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO en 1984, por los grandes tesoros coloniales que posee.
Si bien el atractivo principal es su centro histórico, Cartagena ofrece en sus alrededores grandes sorpresas, uno de ellos El Barrio de Getsemaní, el cual ha logrado que tanto locales como extranjeros mezclen la cotidianidad del día a día, para que al caer la noche se convierta en una fiesta multicultural. Aquí encontrarás mayor flexibilidad en precios en cuanto hospedaje, restaurantes, bares, y entretenimiento. Para mí, y muchos otros viajeros esta zona cumple todos los requisitos.
El Barrio de Bocagrande es la puerta hacia el mar y los rascacielos, ahí se concentran la mayoría de las grandes cadenas hoteleras y residencias, siendo el punto estratégicos de comercio de la ciudad.
Pero si planeas desconectarte para conectar y conocer el color esmeralda de sus aguas, las Islas del Rosario y Playa Blanca en la Isla de Barú, es la mejor opción para tu estadía en un ambiente natural, con un toque hípster/bohemio.
Este viaje me ha resultado toda una montaña de emociones, he dejado que éstas entren a mí. Cartagena inyectó esa dosis de color que a veces nos hace falta, mi paladar fue invadido de sabores deliciosos, mis pies se cansaron de esa cumbia colombiana y mis oídos ya extrañan el sonido del ballenato, el mar curó todo mal.
Colombia eres sabrosura, los que ya hayan tenido el gusto de conocerte, saben que es verdad, y aquellos que aún no, no tienen idea de lo que les espera.
Parceros ¡buen viaje!