Autor: Manuel Alejandro López
Cuando era niño mi madre me leía cuentos donde todos sus personajes eran felices, amables, disfrutaban de una vida perfecta y, al final, la historia siempre cerraba con la frase “vivieron felices por siempre”. Cuando me dormía soñaba con que me encontraba en ese mundo de fantasía, en el que jugaba y me divertía, deseaba que ese mundo se volviera realidad. Han pasado los años y ahora soy adulto, mi nombre es Manuel López y estoy en camino al lugar donde los sueños se hacen realidad, rumbo a cumplir mi propio sueño, me dirijo a Disney World en Orlando, Florida.
Me encuentro en un automóvil por Osceola Parkway, en la Florida, con mucha ansiedad de llegar a Magic Kingdom, el parque más mágico de todos. Mientras, por mi cabeza ronda la gran duda ¿Será que este día podré vivir mi propio cuento Disney? De repente, a lo lejos, visualizo algo parecido a una valla publicitaria en forma de arco, no logro distinguir lo que dice, conforme el auto se acerca veo con más claridad que en el gran anuncio se encuentran Mickey y Minnie dándome la bienvenida a Walt Disney World; el anuncio advierte que estoy entrando al lugar “Donde los sueños se vuelven realidad”. Me siento sorprendido, ansioso y maravillado porque tengo la seguridad de que mi sueño se está haciendo realidad y lo que estoy a punto de vivir será una experiencia inolvidable. Al pasar el umbral del cartel tengo la sensación de que entré a un portal mágico, como en las películas, donde el mundo real se diluye como el agua. “¡Adiós mundo real! A a ese mundo de rutina, maldad, tristeza y desigualdades”.
No tengo palabras para describir estos primeros momentos en Magic Kingdom, una oleada de sentimientos viene a mí, me siento en shock “¿Estoy soñando, esto es real?”, me pregunto mientras a lo lejos veo el símbolo del parque, El Castillo de Cenicienta, el cual se encuentra al final de Main Street, inmediatamente tomo mi cámara para capturar este momento y tenerlo en mi álbum de fotos, porque en mi memoria vivirá para siempre.
Este es uno de los días más felices de mi vida. Es mucho más fantástico de lo que soñé cuando era niño, no es el mundo real, ¡estoy viviendo mi sueño! Había leído mucha información sobre el parque, en foros, blogs, sitios oficiales; sin embargo, ningún comentario, reseña o fotografía puede transmitir cómo la magia de Disney se puede vivir y sentir dentro de este reino de fantasía. Ante mí tengo un reino por descubrir, se divide por tierras y en todas ellas hay atracciones, personajes, espectáculos y desfiles. Con un mapa en mano y mi sentido común, me aventuro a explorar este maravilloso mundo.
Mi primer atracción del día es “Splash Mountain”, mientras estoy en la fila escucho los gritos de la gente, me invade la adrenalina y una ansiedad incontrolable para montarme lo más rápido posible en la atracción. Por fin llega mi turno, un acomodador me indica donde subirme y el juego comienza. Me llevo una gran sorpresa al descubrir que es mucho más que una montaña rusa acuática, me estoy sumergiendo dentro de un cuento; es la historia de un conejo que vive una aventura en el Viejo Oeste de los Estados Unidos, estoy muy entretenido, fascinado y con una enorme sonrisa cuando, de repente, el coche cae en caída libre; comienzo a gritar como los demás. Al final, termino mojado y con una sonrisa mientras que el conejo se despide de mí, indicándome el final de la atracción.
Mientras tomo fotos en los alrededores del Castillo de Cenicienta, un aviso me indica que Mickey y sus amigos se presentarán en breve con el espectáculo “Dream along with Mickey”, así que busco un sitio para acomodarme, alisto mi cámara y al poco tiempo comienza el show. Sale un conjunto de bailarines y con ellos Minnie, Goofy, Donald y, por arte de magia, sale Mickey dándome la bienvenida a la fiesta en el castillo, es un momento único donde la imaginación es la protagonista. Esto es mejor que una película o un libro porque no solo soy un observador, soy el protagonista de mi propio cuento. Continúan los desfiles de los personajes Disney, aparecen Blanca Nieves, la Bella Durmiente, Cenicienta, los príncipes, Peter Pan y hasta los villanos, el Capitán Hook y Maléfica; estoy fascinado por los detalles tan perfectos de los vestuarios, es como si los hubieran sacado de sus cuentos y traído a este mundo.
Entre atracción y atracción, entre foto y foto, cae la noche en este reino de fantasía. Me ubico al frente del castillo para esperar los juegos artificiales, cuando un anunciador notifica que en unos instantes iniciará “Main Street Electrical Parade”. Pasan unos minutos y aparece una locomotora llena de luces, conducida por Goofy y seguida por Mickey y Minnie, quienes me dan la bienvenida a este magnífico desfile. El espectáculo transcurre entre millones de luces y la imaginación desbordada. Después continúa otro gran espectáculo, el “Celebrate the Magic”, en donde El Castillo vuelve a ser el protagonista, en él se proyectan imágenes de algunos de los cuentos de Disney, es como ver la transmisión de un resumen del maravilloso día que había vivido en el parque al compartir momentos con Simba, Elsa, Ana, Peter Pan, Cenicienta, Mickey Mouse y muchos más. Finalmente inicia “Wishes”, el espectáculo de juegos pirotécnicos. Estoy maravillado por cómo los juegos explotan al ritmo de una sinfonía, y a quienes les siguen dos espectáculos más. El día ha llegado a su fin y continúo sorprendido con todo lo que pude vivir en el mundo de Disney.
Con el término de los espectáculos nocturnos me despido del parque. Estoy agotado y muy contento a la vez, ha sido un día inolvidable. Por su puesto quedo con ganas de regresar. Me voy de la tierra de los cuentos con la satisfacción de convertir éste en uno de mis sueños cumplidos. Viví y aprendí que todos los sueños, por imposibles que parezcan, se pueden hacer realidad si así te lo propones y deseas. Una lección para mi vida fue que no debo postergar los sueños ya que lo único seguro es el presente porque el futuro es incierto.