Autora: Kristelle Jesdeli Murillo Medina
A los 16 años de edad decidí que uno de mis lugares favoritos en el mundo era Buenos Aires. Y después de 12 años y varios meses de ahorrar emprendí mi viaje aSudamérica en un vuelo de 2 escalas y casi 22 horas.
Todo el cansancio y ansias por llegar valieron la pena. Con mapa en mano y mi prima a mi lado recorrimos cada una de las enormes calles y avenidas de esta hermosa ciudad. Disfrutar de la amabilidad de su gente cada que nos dábamos cuenta de que una vez mas nos habíamos perdido.
Recorrer Puerto Madero y Caminito en el barrio de La Boca; tomar un tren repleto de personas con mascotas, niños, mochilas y una que otra bicicleta, donde tu espacio vital es violado completamente por mas de dos horas, pero llegar a la bella ciudad de Tigre y contemplar el día en una barca por el rio o un tranquilo pic nic con un buen mate y la mejor compañía; pasear un domingo por el famoso mercado de San Telmo especial para dejar tus últimos pesos y comprar artesanías, escuchar reggae y música clásica en el mismo espacio; sentarte en una banca y contemplar a unos bailarines de tango entre edificios y su arquitectura; irnos de tour bolichero con mas de 100 personas de todas partes del mundo o simplemente adentrarnos en el misticismo de cada una de las tumbas en uno de los cementerios mas visitados en el mundo han hecho de este viaje una de las mejores experiencias de mi vida.
En Buenos Aires aprendí que por más prisa que tenga el mundo debes de caminar a tu propio paso y a veces es necesario respirar profundamente y observar las maravillas que te rodean.
He de decir que elegí el mejor hostal, donde conocí a gente tan extraordinaria a la que hoy puedo llamar “Mis Amigos”, con los que compartí experiencias y hasta un buen juego (caricachupas) con un tequila tan mexicano como Yo.