Por: Otto Heldrad Coppel Moreno
Hola, mi nombre es Otto, soy de México y esta es la historia de mi primer viaje solo.
El año pasado, en noviembre para ser exactos, andaba pensando en “¿cómo pasaré mi Navidad?” Quería pasarla de una manera diferente, ya que las últimas 3 navidades no habían sido “las mejores”. Entonces opté por hacer algo que anhelaba años atrás, cumplir un sueño. Así que compré mi boleto a Londres, para salir de México el 12 de diciembre y regresar el 24 de diciembre en la noche, así es, pasaría navidad en un avión.
Llegó el día, estaba en la terminal 2 del AICM despidiéndome de mi familia, recuerdo haber entrado por seguridad y al voltear vi a mi familia y me despedí otra vez. Caminaba a la sala de abordaje con varias emociones habidas y por haber, emoción, alegría, miedo, etc. Imagina, era mi primer viaje solo, a un país que era completamente diferente al mío. Salió mi vuelo al fin, ya era hora, pero apenas iba empezando. Llegué a Londres a las 3:15 pm aproximadamente, pero como dije apenas empezaba.
Salí de aduanas una hora después y mi travesía comenzó con la peor mala suerte posible, tuve que buscar rápido un chip para mi celular, y luego fui a la estación del tren para tomar el “Heathrow Express” para así poder ir a Paddington, tomar el metro, ir a St. Pancras y tomar el tren que me llevaría a Gravesend. Pero resulta que ese plan cambió ya que había huelga de trenes, entonces no podría llegar de esa forma. Llegó la noche (aprovechando que en Londres en esa época anochece como a las 3:45 pm) hacía frío, y no sabía que hacer, por fortuna en la estación del metro encontré a una chava que venía de España, que trabajaba como staff de apoyo en la estación, una chica con la que estaré agradecido siempre, me ayudó para poder buscar otras alternativas y llegar a Gravesend, al final la pudimos encontrar, debiendo tomar el metro y camión para llegar, vaya suerte, mi viaje de 1 hora a Gravesend se transformó en dos horas, tomando el Piccadilly Line, el punto era llegar hasta Bluewater y tomar un camión que me acercaría a Gravesend, me había perdido al principio, ya que no conocía cómo funcionaba el sistema del metro en Londres. Llegando a Bluewater tomé un Uber a mi hotel donde sólo pasaría una noche, el conductor muy amable, donde platicamos durante el viaje, me recomendó lugares para comprar una chamarra y lugares para comer, excelente servicio la verdad. Finalmente había llegado a mi hotel, pequeño pero cómodo, pasé una buena noche, cerrando con un té negro que me dieron, estaba rico la verdad, terminé mi primer día en Inglaterra mejor de lo que lo pude empezar.
Al día siguiente, registré mi salida y caminé 20 minutos en Gravesend para llegar a casa de mi primo, donde me quedaría el resto de mi estancia en Inglaterra, me recibieron muy amables todos, platicamos un rato, aunque ese día no salí a ningún lado, ya que otra vez había huelga y no había servicio de tren, pero al menos pasé un buen día y pude caminar sobre la nieve, amé ese momento.
Llegó el día siguiente, me desperté temprano, ese día estaba decidido a conocer el famoso “Big Ben”, para eso tenía que tomar el tren vía “Highspeed” para llegar a St. Pancras, después tomar el metro y llegar a la estación cercana al “Big Ben”, pero la suerte no me sonrió mucho o tal vez sí. Abordé el “Thameslink”, así es ¡abordé el tren equivocado! o como me dijeron “this is slowly”, en fin, dejé que mi viaje siguiera, llegando a Dartford, el conductor habló y dijo que el tren había sido cancelado debido a unas fallas, pidiendo que por favor abordáramos otro tren que nos llevaría a “London Bridge”, yo en este punto estaba tipo “what??” pero un hombre con el que había estado en el mismo vagón en el tren anterior me ayudó y me dijo “Don´t worry, the only way is London Bridge”, entonces confié y seguí mi viaje. Empezamos a platicar un rato, me contaba sobre su trabajo y lo mucho que disfrutaba viajar en tren, me recomendó lugares para visitar y me dijo que yo amaría estar en “London Bridge”, no estaba equivocado. Llegamos a London Bridge y cada quien tomó su camino. Yo busqué en el Google Maps y vi que estaba cerca el “The Tower of London” alrededor de 10 minutos caminando. El precio estaba accesible por 29 libras, pero lo valió, literal es dedicarle todo el día. Una de las cosas que más me gustó es que a lado de ese castillo está uno de los puentes más hermosos que he visto, y obvio uno de los más conocidos, el famoso “Tower Bridge”, la vista era impresionante, una vista que quedará guardada en mi memoria. Al terminar mi recorrido por el castillo, quise caminar en el puente, estaba cerca, en el camino me encontré con una chava de Brasil, muy amable, simpática, empezamos a platicar, igual era su primer viaje sola, aunque nuestra plática duró solo 20 minutos estuvo interesante. Continué mi recorrido, y fue inolvidable caminar sobre el puente en un atardecer maravilloso, con la brisa de un viento frío golpeando mis mejillas, fue genial. Pude encontrar un “Pret” para poder comer (agradecido con esos restaurantes, me salvaron mi hambre varias veces) aunque solo compré un café y un sándwich con queso y mermelada de zarzamora, muy lindo ese día, sin duda ese tren equivocado, me dio uno de los mejores días en Londres, y eso que solo empezaba mi recorrido.
Al día siguiente, otra vez no había servicio de trenes, pero no impidió que pasara un buen día, quise tomar un Uber que me llevara a Rochester, me cobró 19 libras, estuvo bien. En el trayecto pude platicar con el conductor, igual, un conductor amable, él es de Europa del Este, me contó cómo ha sido su experiencia viviendo en Inglaterra, y que al igual que yo, prefiere un clima como el de México a un clima frío como el de Inglaterra. Llegué a Rochester, un pueblo pequeño, muy frío la verdad, pero con una vista al río maravillosa, un castillo con historia increíble, lástima que no dejen entrar. Pude pasar a los museos, y recorrer sus angostas calles, había demasiados restaurantes y sí… mucho pub. En mi recorrido encontré un pequeño restaurante que me llamó la atención, llamado “The Cathedral Pie House” , un restaurante donde pude comer un pai de carne de ternera, puré de papa, acompañado de una tradicional salsa de perejil, con un café caliente, todo por 6 libras, si van un día a Rochester coman en ese restaurante.
Seguí mi recorrido y caía la noche, más frío hacía, en ese momento recordé que decían que los ingleses generalmente se quitan el frío yendo al “Pub”, dicho y hecho fui a un Pub a quitarme el frío. La muchacha que atendía en el Pub fue amable, igual ya había ido a Cancún años atrás, teníamos algo en común, a ambos nos gustaba el Tequila.
Dentro del Pub tomé una cerveza tradicional, también la famosa cerveza “Guinness”, después un Gin tradicional de Rochester, pero nada comparado a la última bebida de ahí, un rico “Baileys Martini”, créanme 100% recomendable. Sin duda un pueblo pequeño con mucho por maravillarme.
Dos días después fui al “British Museum” que, al ver la fachada por fuera, te enamora su construcción, la entrada es gratuita, y es una construcción grande, para todas las historias de cultura que guarda en él. Cultura china, americana y obviamente europea, joyas y coronas, sarcófagos y armas de la edad media. Un edificio grande con grandes sorpresas por descubrir, sin duda un lugar que vale la pena dedicarle todo el día. Al salir del museo, me recomendaron ir a un restaurante de comida italiana, el “Vapiano” un restaurante con buen servicio y comida deliciosa, pude comer un pan de ajo con queso, sopa de tomate y un rico café de tiramisú con alcohol, por 24 libras, la calidad de la comida lo valió. Al salir estaba lloviendo lo que solo me hacía preguntarme “¿por qué olvidé mi paraguas en México?” En fin, continué mi recorrido, cayó la noche, pude comprarme un paraguas, caminar por los parques de Londres en la noche, con lluvia ligera, sin duda una experiencia bonita.
Al día siguiente, vaya que hice demasiado, empecé visitando el Museo de Historia Natural, recuerdo haber escuchado de él en la película “Una noche en el museo 3”, al llegar quedas asombrado, puesto que la entrada principal te recibe viendo un gran fósil de una ballena, a los lados pude apreciar fósiles de dinosaurios, mamuts y más, cosa que hasta hace unos meses no creía que pudiera pasar, salas donde hay piedras preciosas, esmeraldas (mis favoritas), piedras antiguas, plata, oro y más. Al salir tomé el metro para poder llegar a un lugar que solo había visto en televisión, visto varias veces en “The Crown”, así es, al fin estaba en “Buckingham Palace”, el palacio de la familia real, y sí, estaba el futuro Rey Carlos. No iba a desaprovechar para tomar una buena foto. Posterior continué mi camino por los parques que lo rodean, 10 minutos caminando y escuchaba las campanas de un reloj, yo solo no podía contener la emoción, si no que aceleré mi paso para llegar. ¡Al fin! Estaba frente al reloj más famoso del mundo, el “Big Ben”, muy grande y hermoso, me enamoré de él al verlo, vale la pena tomarse la foto delante de él. Caminé un rato para admirar su construcción, luego abordé el metro para ir a “Oxford Street” famoso el lugar para poder comprar ropa de calidad, ya que había decidido algo importante después de una semana… “No pasar frío” así que fue buena idea ir. Encontré una tienda en Oxford Street, llamada “NEXT”, una chamarra de calidad y buen precio, las mejores 100 libras invertidas. Dentro de la tienda hay una cafetería, vaya que comí rico, un Chai Latte, un croissant, acompañado con una tarta de durazno, por 7 libras lo valió.
De regreso a Gravesend estaba en la estación de St. Pancras apunto de abordar el tren, 10 minutos pasados de su hora estimada de salida, el conductor vocea un anuncio, diciendo que el tren había sido cancelado, escuchando por primera vez una expresión muy inglesa (que no pienso traducir por el momento) escuché un “Bloody train!!”, fue muy gracioso, después fuimos corriendo al tren que se ubicaba en la plataforma 9, dos minutos después de abordar, el tren empezó su marcha.
A mi lado estaba una señora muy amable, que empezó a hacerme la plática, contándome que vivía en Londres con su hija ya que ella es sobrecargo, habiendo nacido en Holanda, me contó que ha visitado 25 países, vaya es increíble, yo le conté el por qué estaba viajando y cuál era mi propósito de viajar, en eso me dio un gran consejo que no olvidaré… “Cuando viajes, vive el momento y si puedes, acompáñalo con algo de vino”, sin duda ese consejo me ayudará en un futuro.
Al día siguiente, mi meta era estrenar mi chamarra, que mejor forma de hacerlo que yendo a un pueblo del que me enamoré, un clima increíble, gente amable y un mercado bastante interesante. Un pueblo que, al llegar, te recibe con una construcción de entrada a un castillo, con calles angostas, construcciones en una combinación perfecta de lo antiguo y lo moderno, una catedral maravillosa. Un pueblo que de escuchar sus cuentos (o leerlos) te hace sentir que estás ahí. Un pueblo que se siente orgulloso de uno de los poetas más importantes de la edad media, un pueblo con un mercado con variedad de comida y artesanías; así es amigos, estoy en Canterbury.
Lo primero que hice fue visitar su catedral, el recorrido fue rápido, pero con historia interesante por aprender, su fachada te enamora, más cuando hay un cielo despejado completamente azul sobre ella. En mi camino en Canterbury, pasé por el mercado de Canterbury donde había variedad de comida, aproveché para comprar un falafel, oh créeme, si no has probado un falafel no has vivido (broma), por sólo 6 libras, lo valió. En mi camino vi una pequeña cabaña, donde había artesanías de madera, hechas completamente a mano, encargada del puesto por una chica de mi edad, de ojos rasgados, una sonrisa tierna, cabello ondulado y muy morado, amable, simpática, de nombre Chloe. Entrando al puesto, me recibió con una gran sonrisa y pregunté al principio sobre la artesanía que vendía, me explicó que su familia las hace, completamente a mano, en su mayoría con madera reciclada, y la mayoría del dinero que recaudan es llevado para orfanatos. Posterior me animé a hacerle una plática alejada de los productos, empezamos a hablar sobre sus gustos, si se dedicaba a algo; lo que me llamó la atención es que al igual que yo, ella tiene el deseo de viajar, siendo México uno de sus primeros destinos. También, así como yo, ella está aprendiendo otro idioma, ella el español y yo el alemán. Vaya que hubo demasiada platica para ser una hora que estuvimos charlando, una hora de risas, temas interesantes y más risas.
Ya después tuve que despedirme, fue genial convivir con Chloe en Canterbury, una chica amable, aunque no me animé a pedir su número o Instagram, no lo sé, pude haber tenido una amistad nueva, nunca lo sabré. Continuando mi camino, pase a un Pub de Canterbury, algo pequeño y con bebidas interesantes, pero nada comparado al de Rochester. Al salir, mi primo me recomendó comprarme el libro de “The Canterbury Tales”, un libro con varios cuentos que, en verdad, te hacen sentir que estás ahí, su autor “Geoffrey Chaucer” lo relata muy bien. Al llegar a la librería llamada “Waterstones”, quedé enamorado de ella, se ve pequeña por fuera, pero que su fachada no te engañe ¡es enorme! Tiene 3 pisos, con mucha variedad, desde cuentos infantiles, novelas, misterios, terror, ficción y sí, poesía. Tardé casi una hora en encontrar el libro, pero lo valió, mientras más libros veía, más quería comprar, al final solo compré uno, pero esa compra sin duda fue una buena inversión.
En mi penúltimo día, quise visitar lugares un poco “diferentes” a los que había visitado, entonces agarré mi chamarra, abordé el tren y me dirigí a mi destino, te daré una pista, ¿Te acuerdas de tus clases de primaria? ¿Te acuerdas de esa clase de geografía donde la maestra hablaba sobre la diferencia entre meridianos y paralelos y siempre los confundíamos? ¿Te acuerdas de un Meridiano en especial? Un meridiano con un nombre algo “raro” de pronunciar en su momento, si ya te diste una idea, estás en lo correcto.
Visité el “Royal Observatory Greenwich”, teniendo la oportunidad de ver un poco de los comienzos de la astronomía en Reino Unido, su primer telescopio para poder ver “Júpiter”, los primeros relojes que se crearon, el observatorio con su telescopio original, y obvio la experiencia de poder pararme en la “Línea del Meridiano de Greenwich”, ¿te imaginas tener que decidir entre Este u Oeste? Yo elegí Oeste, el precio es accesible y me gustó la experiencia. Al salir de ahí me dirigí al metro para poder llegar a otro museo, en este punto déjame decirte que, si te gusta la aviación, este museo te encantará, fui al “Royal Air Force Museum”, un museo grande que te muestra la historia de la aviación militar en Inglaterra al paso de los años, sus pilotos (hombres y mujeres) más destacables, la experiencia de ver aviones que fueron usados y que ahora son exhibición, la experiencia del Spitfire, pero sin duda alguna la parte que más amé, que me hizo ver como niño en dulcería, fue poder estar en frente de mi avión favorito, el “Mustang P-51” un avión clásico, hermoso por fuera y por dentro, en verdad fue mi parte favorita.
Mi último día, difícil elegir cómo pasarlo, decidí volver a Londres, a caminar solamente, comer un pequeño sándwich y tomar café, tal vez no es la gran cosa, pero al menos una tarde tranquila, sí pasé. Pero ¿recuerdas que me dijeron que viva el momento y si puedo acompañarlo con vino es mejor? Decidí hacerlo, fui a un restaurante frente al “Tower Bridge”, recuerdo haber pedido un vino tinto con una tarta de queso, mientras se ponía el sol, al llegar la noche, seguía disfrutando del vino, y no podía tener mayor satisfacción que saber que había cumplido un sueño, no importó que yo estuviera callado en ese momento viendo como las luces hacen ver más hermoso el Tower Bridge de lo que ya es, nada como esa última noche en Londres.
Ya mi último día, me desperté temprano, y terminé de acomodar mis últimas cosas en la maleta, mi primo me acompañó a la estación del tren y nos despedimos, salí de Gravesend hasta St. Pancras, de ahí tomé el metro para llegar a Paddington y tomar así el Heathrow Express, hoy sí la suerte me sonrió de regreso, tengo que confesar que disfruté mi viaje en tren, todos y cada uno de ellos, no quería dejar el tren, creo que me enamoré de los trenes, es algo impresionante. Llegué temprano al aeropuerto y tenía que buscar la forma de pasar el tiempo, mi vuelo salía a las 10:45 de la noche, me esperaba una larga espera, recuerdo haber ido a comer por última vez al Pret, créelo, el Pret siempre salva el hambre y muy rica comida. Horas después eran ya las 4:30 de la tarde así que decidí tomar una pequeña siesta en el aeropuerto, fue una hora aprox, pero buena. Al llegar las 6:30, pude documentar mi equipaje, pero aún tenía 4 horas más para saber qué hacer. En eso vi una sobrecargo de “Virgin Atlantic” y pues decidí hablarle. No podía creerlo, yo hablando una sobrecargo en Inglaterra, no pasa siempre, ella además de hablar inglés, habla alemán, francés, portugués y está aprendiendo chino, ya que su meta es vivir en China unos años, me contó por qué quiso ser sobrecargo, una profesión que exige mucho, pero que la recompensa es enorme, te permite conocer muchas culturas, convivir con gente y aprender de ellas. Kim disfruta lo que hace, y me dijo algo que se debe llevar siempre en mente… “Disfrutar de tu trabajo y atreverte a aprender, no son cosas fáciles de hacer, pero la recompensa será grande” y tiene razón. Si en otra vida pudiera ser sobrecargo, lo haría sin dudar.
Ya se acercaba mi hora de abordar, estaba finalmente en la sala de abordaje, esperando, estaba sentado frente a una ventana enorme con vista a las plataformas. Estaba llorando, lloraba de alegría, no podía creer que yo a mis 21 años, había hecho un viaje solo a otro continente, conociendo, perdiéndome, riendo, sin duda una experiencia maravillosa, era hora de abordar mi vuelo, 11 horas me esperaban, junto con una Navidad a 38 mil pies y una familia esperando del otro lado.
¿Me faltaron lugares por conocer? No lo sé, ¿Me faltó más dinero? Jamás lo sabré, pero lo que sí sé, es que el mundo es grande, con cosas increíbles por enseñarte, personas y lugares maravillosos, ¿que si lo volvería a hacer? ¡CLARO! solo que ahora en verano.
Así que, cuando tengas la oportunidad de viajar solo, no tengas miedo, solo toma una mochila… ¡Y viaja!
¿Qué tal si ese viaje te lleva a lugares que jamás creíste conocer? ¿Qué tal si un día tienes la oportunidad de comer un buen pai de carne de ternera? ¿Qué tal si ese viaje te deja disfrutar de tu viaje en tren mientras platicas con una señora sobre los viajes? ¿Qué tal si ese viaje te deja conocer a una Chloe? ¿Qué tal si ese tren equivocado… te da el día más emocionante de toda tu vida?, y una vez que viajes, estoy seguro que lo volverás a hacer. Yo lo haré estoy seguro.
Gracias por leerme y que tus viajes sean lo mejor :).