Por: David Fridman
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Todos en esta comunidad creada por SanAlan tenemos una cosa en común: nos encanta viajar. Esperamos el momento de las vacaciones o del colapso nervioso para poder mandar nuestras vidas cotidianas a la fregada por unos días de felicidad. Playa, montaña, lejos, cerca, frío, tropical, no importa. La idea es viajar y conocer lugares nuevos que nos llenan de memorias que vamos a poder contar a nuestros nietos o a nuestros amiguitos en el asilo. Algunos viajan mas que otros. A algunos se nos podría invitar a los viajes de otros (te hablo a ti SanAlan). Pero todos aquí tenemos el mismo objetivo: viajar lo más que podamos para poder tener Alanécdotas que contarle a nuestro carismático líder.
Y TODOS ODIAMOS EL PROCESO DE VIAJAR.
Por más que nos emocione un viaje, la preparación física (no me voy a meter con la mental porque el Xanax no me permite compararme con ustedes), la preparación FÍSICA es exhaustiva y si alguien no está de acuerdo los invito a seguir leyendo y si a la mitad del post siguen sin estar de acuerdo, dense cuenta que se están mintiendo a ustedes mismos y trabajen en eso antes de planear su próximo viaje.
Permítanme ahondar.
La Empacada
Empacar es una de las razones más comunes en la causa de colapso nervioso y herpes. A menos que sean gurús de la empacada, todos vamos a llevar 8 pares de calzones para un viaje de un fin de semana porque #unonuncasabe. Si vamos a ir a un lugar con frío, llevamos el abrigo para el clima excesivo, el suéter para el frío pero no tan frío. El chal para el convivio en la fogata a pesar de que no hay fogata en el itinerario pero #unonuncasabe. Llevamos outfits ya preparados pero también llevamos otras opciones para esos mismos outfits por si el mero día no nos sentimos “morados” y queremos tonos más terrenales. Empacar siempre es una buena oportunidad para decir “no me pongo estos pantalones desde el 2009 pero siento que me lo podría llegar a poner en este viaje… ¡EMPACADO!”. Y así metemos y metemos cosas sin temor a los 25 kilos de límite que nos impone KLM.
La Formada
Nadie, no hay persona, no hay humano en este Universo tan lleno de humanos tan diferentes que disfrute hacer una fila para el check in. Y reptio, si tu crees que a ti no te molesta hacer fila en el check in, te invito a que estudies por que te mientes a ti mismo. Por más que las aerolíneas le echan ganas invitándonos a hacer check in un día antes, desde el teléfono, desde la computadora, que para ahorrar tiempo, que para no hacer fila, que para llegar más tarde, no hacemos caso. Yo personalmente no entiendo como es el proceso para hacer el check in en el teléfono y luego llego todo campante con mi maleta – previa empacada deplorable – y evitar formarme para que la señorita Volaris le ponga el papelito y la meta en la banda movible. Estas son prácticas nuevas que llegaron con el invento del Internet y a muchos de nosotros todavía no nos queda claro como funcionan. Esos muchos de nosotros nos tocó cuando se podía fumar adentro del avión o sea que si eres millenial no quiero saber tus opiniones, vegano.
La Espera
De todos mis puntos, este es el que menos me molesta, aunque si me molesta un poco pero no tanto como La Empacada o La Formada. Yo he perdido dos vuelos en mi historial viajero: uno en Londres porque confundí mi numero de asiento con el numero de puerta y el otro en Nueva York por borracho. Después de esa vez del borracho juré jamás perder otro vuelo a pesar de que gracias a eso conocí el bello aeropuerto de Duluth. Bueno el punto es que ahora llego con mucha anticipación a mis vuelos. Demasiada anticipación. Y una vez que ya hice el check, hago el otro check in (siempre se me olvida como se llama esa parte donde te catean y te quitan los zapatos) inmediatamente para estar seguros que abordo porque abordo. Dirán ustedes “¡pero Señor Dave, hay muchas cosas que hacer adentro del aeropuerto!” pero si estás pensando que llevarte 3 botellas de tequila al precio de 2 y comprar lociones sin el 16% de impuestos es una ganga, te invito a que estudies porque te mientes a ti mismo. Todo en esa parte del aeropuerto está a precio Disneylandia. El café de Starbucks que te cuesta $32 pesos en tu vida diaria, ahí adentro mágicamente te cuesta $78. ¿Por qué? Por impuestos. Tu botellita de agua en el Oxxo de la esquina de tu depa aquí te cuesta como una Pellegrino en la punta de la doble diamante en Vail. El MacTrio debería de venir con carne ahumada en trufa porque Ronald también se deja ir con sus precios ahí adentro. Total que el dinero que tanto tiempo ahorraste para poder llevarle el recuerdito a la Tía Lupe y chance comprarte un caprichito en el Vaticano se te fue en la margarita de $300 del Wings Sucursal Aeropuerto Terminal 2.
Ojalá que no estén esperando un consejo de cómo empacar porque no lo tengo, nomás estoy fomentando la conciencia colectiva de que viajar es lo mejor del mundo pero como raza humana nos falta mucho para movernos como Spock.
Safe travels!!!