Por: Andrea Jimenez
Nueva York es mi ciudad favorita en todo el mundo, lo supe cuando la vi por primera vez hace diez años y lo supe de nuevo hace un mes. Definitivamente es un destino atractivo para muchos, sea por Broadway, por sus museos, sus rascacielos o por su oferta gastronómica, la ciudad que nunca duerme tiene un encanto que solo al estar ahí, puedes experimentar.
Hace casi dos años tuve que cambiar mi estilo de vida debido a un problema de salud, por lo que ahora estoy descubriendo el mundo sobre dos pares de ruedas que me han permitido conocer todo desde otro ángulo. No es fácil decidirse a salir a otra ciudad, menos aún sin las comodidades de tener la ayuda de casa para realizar todas mis actividades y sin experiencia en éste ámbito.
Salir en silla de ruedas implicaba un esfuerzo extra de mi parte, pero regresar a esta ciudad me emocionaba, así que después de varios meses de preparación, ahí estaba de nuevo, frente al Empire State Building y con un grupo de amigos que estaba dispuesto a llevarme por las agitadas calles de la metrópoli.
La ciudad nos recibió con un caluroso clima desde el primer día, un poco de lluvia en las noches pero nada que nos impidiera recorrer la isla desde el puente de Brooklyn, hasta Times Square. El metro cuenta en las estaciones más importantes con elevador, por lo que el transporte no fue ningún problema, sin mencionar que prácticamente en todos los puntos de interés hay entradas especiales con rampas y/o elevadores para facilitar el acceso. Las calles probablemente no todas se encuentran en el mejor estado para recorrerlas con la silla, pero tampoco es algo imposible y, para mi buena fortuna, siempre había gente dispuesta a ayudarme cuando algo se complicaba.
Mi punto favorito de la ciudad siempre ha sido y seguirá siendo Times Square. Nunca me voy a cansar de pararme durante un buen rato en medio del caos a observar lo que sucede alrededor: los anuncios luminosos gigantes, el tráfico, la gente tomándose fotos y entrando a algunas de las tiendas más increíbles del mundo. Sí, sentarse a observar esto es el reflejo de la magia de Nueva York y nunca me va a decepcionar.
Mi nueva experiencia favorita: un juego en el Yankee Stadium. Nunca antes lo había hecho y ahora creo que no hay NY sin ir a este lugar, además de que el estadio parece un museo, el ambiente de los neoyorquinos cantando cuando ven a su equipo ganar, no tiene comparación.
Mi gran redescubrimiento: el puente de Brooklyn, hace muchos años que no lo recorría y me di cuenta que ver la ciudad desde este lugar es espectacular, además que es relajante y el vecindario es muy agradable. Si pueden, les recomiendo rentar una bicicleta, creo que recorrerlo sobre ruedas es una buena experiencia.
Este fue mi gran reto, salir de nuevo al mundo pero ahora sobre ruedas. Después de esta experiencia, ya no tengo miedo de salir de viaje, me di cuenta que el mundo está cambiando y existen cientos de opciones para personas como yo y si no las hay, siempre habrá una solución, después de todo, salir de viaje también implica salir de nuestra zona de confort y probar nuevas experiencias, por lo que les puedo decir, que si se proponen hacer ese viaje que tanto desean, lo van a lograr y disfrutar muchísimo.