Nueva York es, para algunxs, una ciudad caótica, sucia, donde todo mundo corre y se escuchan todo tipo de gritos y cosas en las calles… Pero para mí, es una de las ciudades en las que llego y me siento en casa.
Creo que mi conexión con la “Gran Manzana” se debe a que mi hermano mayor lleva 12 años viviendo allá y que yo lo hice por 6 meses, en los que la disfruté con toda la intensidad que una ciudad como esta requiere.
Recorrí sus calles en compañía de mis amigxs —algunxs de ellxs cantantes, diseñadores, artistas, escritores— y gente que, como yo, respetaba mucho la historia y pasado de esta metrópoli en la que nacieron muchos movimientos artísticos y en la que se respira moda y música.
Me acuerdo de cómo disfrutaba de ir a los museos o galerías que ofrecieran expos de expresionismo abstracto, que es una corriente artística que me encanta desde hace muchos años y, también, de las ganas que tenía de conocer todos los spots en los que la “madrina del punk”, Patti Smith, se llenó de esa magia que nos transmite a través de su música y arte.
Las ciudades están llenas de auras y sus rincones tienen su propia huella del pasado y cuando estoy en ellas me dejo impregnar por todo ello, pero en mi corazón hay un lugar especial para NY porque gracias a ella decidí dedicar mi vida al arte y cada vez que vengo me siento inspirada y atraída, es como si algo dentro de mí se llenara de energía y creatividad. Estar aquí me reafirma que me dedico a lo que más amo.
Sí, es cierto que atesoro aquellos momentos de juventud desenfrenada, pero hoy visitar NY significa una oportunidad para experimentarla de una manera distinta. En septiembre fui un par de días, en los que me puse como objetivo visitar la feria de arte The Armory Show, en la que me interesaría participar con mi galería, por lo que tenía que analizar el mercado, qué tipo de obra exhiben, los asistentes, el espacio y los eventos que se despliegan en toda la energía que sucede en esa art week. Aproveché para también apoyar a mi querida artista Lucía Vidales y mis colegas de PROXYCO Gallery.
La verdad es que todo estuvo increíble, desde los openings, cenas y hasta las visitas por algunas galerías o estudios de artistas. Tengo la fortuna de que me gusta la gente y por eso me parece interesante conocerla en diferentes escenarios.
Gracias a una amiga y a un art advisor, tuve la oportunidad de estar en una cena en honor a un artista de la Bortolami Gallery, una de mis galerías favoritas porque me identifico con su roaster de artistas —muchos de ellxs dedicadxs a la pintura—.
No podía no visitar todas las galerías y museos que me fueran posible, por lo que la app SeeSaw fue mi mejor aliada para planear mis rutas de galerías. También, me hacía mucha ilusión visitar el MoMA, que tuvo un proceso de renovación y reabrió en 2019.
El MoMA es un museo al que considero mi maestrx, ahí aprendí a analizar las exposiciones de pie a cabeza y donde me enamoré de la curaduría, una labor vital para quienes nos dedicamos al arte.
Lxs curadores son personas que se encargan de armar una exposición desde el concepto de la misma hasta la selección de las piezas que van a ser exhibidas —trabajan en equipo con otras áreas de la galería o museo para que la expo quede perfecta— y en el MoMA, las curadurías siempre son atrevidas y capaces de darle vuelta a todo, enseñándonos otra manera de ver, pensar y leer el arte.
En este espacio entendí mucho de cómo funciona el mundo de las exposiciones, veía los logos y créditos que siempre ponen abajo del texto e investigaba que tenía que ver una cosa con la otra y porque tenían esa mención o si ocupaban un lugar “especial”.
Durante mi visita me tocó ver la exhibición “Matisse: The Red Studio”, que reunió por primera vez diez piezas sobrevivientes al tiempo que el artista creó en un estudio en los suburbios parisinos y que lo inspiraron para pintar “El Estudio Rojo” —por su traducción al español—.
Su montaje y el display me parecieron increíbles porque era como ver a esa pintura en su entorno real, dando la sensación de estar dentro del cuadro o de estar visitando a Matisse en su día a día en su sitio de trabajo. Gran manera de hacer una exposición y de sacarle provecho y diálogo a una sola pintura.
Después fui a comer a Steam, un nuevo lugar que hizo que su comida se me quedara grabada en la lengua y la cabeza por la calidad de sus platillos… uff, todo era saludable y exquisito. Si tienes ganas de visitar un spot de fusión asiática de Shanghai, Steam es el lugar. Cuando fui, mi cuñado me contó que unas semanas atrás el sitio estaba vacío pero que al parecer hoy es el diamante en bruto de los restaurantes de NY, por lo que te tocaría esperar un ratito.
Esa misma noche, aproveché que estaba hospedada en el West Village y fui al American Bar por, obvio, una hamburguesa de queso y una de las mejores papas que he comido, acompañado de un Martini sucio sucio…¡Ay NY, tanto que ver, comer, hacer y encontrar!
La mañana siguiente, antes de dirigirme al aeropuerto desayuné delicioso en el Bagel Pub donde encontrarás todo tipo de pan y los spreads de queso los tienen exhibidos como si fueran gelatos…¡Son una delicia!
Nueva York…siempre ahí para mí, haciéndome feliz una y otra vez, uno de mis happy place.
Karen Huber,
Galerista y promotora cultural
@karenhuber_
Fotografías cortesía de Karen Huber e internet
