Por: Aleyda Ibarra
Este año, siguiendo con el plan viajero que me ha inspirado Alan, volví a salir de vacaciones, para conocer otro estado de mi México querido.
Desafortunadamente, Alan x el mundo, no fue de ayuda para planear rutas y lugares. La idea central, era visitar el santuario de las Luciérnagas (Recomendado por Alan x el mundo). Pero, ¿hacer un viaje desde Baja California hasta Tlaxcala, para solo conocer un lugar?. Claro que no.
Así que decidí conocer Puebla. Para ello, me acompañaron mi hija Kurenai, mis sobrinas Getzemani y Dariana, y mi hermana Solbeix (que valor de ellas).
Rentamos auto para poder estar más tiempo en algunos lugares, y hospedarnos en más de un pueblo. Booking fue de ayuda para rentar hoteles y el auto.
Hicimos el recorrido, según sugerencias de otra viajera. El problema es que no vimos o no explicaron bien, que había que tomar algunas carreteras. Por lo que nos fuimos siguiendo la ruta corta que marcaba el Maps. ¡¡Error!!.
Pues al pasar de Piedras Encimadas a Cuetzalan, nos fuimos por la ruta de la sierra. Entre pueblos, algunos bien cuidados y urbanizados, otros muy solos, con calles de terracería o muy abandonados.
Lo bueno es que siempre viajamos de día. Pero de 4 horas y media que duró el trayecto. La última hora fue de terror. El camino parecía llevar a la nada. No había pavimento y el camino estaba pedregoso y deformado por lluvias anteriores. En ese momento, sí nos dió pánico. Afortunadamente todo salió bien.
Puebla es un estado muy bonito, más si te gustan los pueblos, las mañanas con un café de olla (muy ricos), las enmoladas o el pollo en mole. Las fachadas antiguas, las pintorescas callejuelas.
Después de Puebla, pasamos al Santuario de las luciérnagas. Fue una bonita experiencia, aunque no vimos el espectáculo en todo su esplendor (una semana atrás, había caído aguanieve y habían congelado a más de la mitad de las luciérnagas). Visitar el santuario, fue lo mejor, entrar al bosque y hacer el recorrido diurno, mientras los guías nos recordaban que tiene su propio espíritu, y que debíamos mostrar respeto y solicitarle permiso para poder adentrarnos en él.
Sentía temor al inicio, pero después de charlar con el bosque, me sentí bienvenida. Algo que quería, pues planeo que al momento de mi partida, mis cenizas formen parte del santuario, en el bosque.
El último destino en nuestro viaje fue Teotihuacán. Una gran ciudad, con una historia sorprendente. No conocía ni la mitad de la información que nos dieron.