Por: Esneider Peláez Zapata
Una cordillera marcada por diferentes historias, tanto desde el punto de vista geológico como histórico, hace que sea una de las cadenas montañosas más imponentes a lo largo de Sudamérica. Esta barrera orográfica corresponde a: La cordillera de los Andes, un lugar de diferentes contrastes y miradas para cualquier persona que desea visitarla.
Pero, en mi caso, tuve la oportunidad de estar en un punto especial sobre esta gran cadena montañosa. Un lugar que me dejó sorprender por sus montañas, las cuales, expresaban su propia historia a través de sus estratos rocosos y, adicionalmente, el ingenio de las comunidades indígenas que habitaron este sector; para producir una tierra fértil. En la cual, es en la actualidad muy representativa por su producción de vinos. Este lugar corresponde a Mendoza, Argentina. Un sitio que me sorprendió por su belleza paisajística, histórica, gastronómica y la calidad humana de sus habitantes.
Este corto viaje comenzó hace unos 4 años atrás, acompañado de 2 grandes amigos, de quienes, aprendí muchos de ellos y me dieron, en parte, una nueva perspectiva acerca de mi vida.
Inicialmente, nuestro vuelo partió desde la ciudad de Medellín (Colombia) con escala en Lima (Perú), tardando 2 horas y media, luego; partimos con destino final hacia la ciudad de Mendoza, donde tardamos alrededor de 3 horas. Debo confesar que, durante el viaje mientras estábamos cruzando la cordillera de los Andes para llegar hasta nuestro destino, me sentía un poco nervioso, debido a que el avión presentaba cierta turbulencia durante su trayecto, pero no me impidió este momento, contemplar la máxima expresión del firmamento durante la noche y visualizar algunas estrellas que brillaban como pequeñas luciérnagas queriendo hacerse notar como luceros distantes.
Una vez que llegamos a la ciudad de Mendoza, mi primera impresión fue el estilo arquitectónico de su área central y sus calles decoradas por una fila de árboles que formaban un arco verde natural, dando un toque de belleza a su área urbanística. Parte de este sistema de arborización, se encuentra relacionado a las antiguas tradiciones agrícolas de las comunidades indígenas que habitaban en la zona, donde utilizaban un sistema de riego para la cosecha de sus cultivos, mediante acequias, algo que nunca había visto en mí vida. Hasta la fecha este sistema funciona a la perfección, especialmente, sobre algunas áreas de la ciudad para sus cultivos de viñedos, y esto, le da un contraste de belleza natural al paisaje circundante, con sus nevados que se alcanzan a divisar sobre el horizonte.
Aprovechando el día en esta hermosa ciudad, tuvimos la oportunidad de probar la buena variedad gastronómica que ofrece este sitio, degustando desde bifes de chorizo (algo que en nuestro país Colombia y otros países, la palabra “chorizo” corresponde a un tipo de embutido) hasta la especialidad de la casa; la cual, corresponde al vino Malbec, un producto que es el protagonista de la región.
Después de haber disfrutado las diferentes atracciones turísticas, arquitectónicas, culturales y gastronómicas que ofrece esta ciudad. Nos embarcamos, el siguiente día, hacia una de las montañas más altas de Sudamérica, el monte Aconcagua, una montaña que alcanza una altura máxima de 6.962 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m). Destino favorito por muchos escaladores de diferentes partes del mundo, por su alta exigencia tanto física como mental.
Como recomendación, para llegar hasta este lugar, se puede usar vehículo propio, alquilado (como fue en nuestro caso) o mediante algunos paquetes turísticos que ofrecen en el centro de la ciudad.
Continuando con el relato, partimos de la ciudad de Mendoza en horas de la mañana y nos adentramos en unos de los paisajes más espectaculares que había visto en este sitio. Empezando desde el embalse de potrerillos, un lugar con una hermosa laguna artificial de color azul que sirve como un espacio de esparcimiento para las personas que quieran venir acá, con su familia y/o sus amigos, para disfrutar de una buena parrillada al estilo de esta región. En este sitio, hicimos una breve parada, contemplando los hermosos paisajes que nos ofrecía los nevados de las montañas a la distancia, y luego continuamos nuestro recorrido en la vía que nos conducía hacia al monte Aconcagua.
Cada vez que recorríamos la vía en nuestro vehículo alquilado, el paisaje nos ofrecía las maravillas que impone la cordillera de los Andes, las cuales, desde mi profesión como geólogo estaba maravillado de contemplar. Como, por ejemplo, tener la oportunidad de observar los diferentes estratos sedimentarios marcados sobre los escarpes rocosos por sus contrastes de colores, representando cada estrato una diferente historia contada y también, se observaban las rocas de origen magmático; producto de la dinámica de esta cadena montañosa hace millones de años. Debido a la época del año en que fuimos, la cual fue primavera, el clima estaba a nuestro favor y esto nos permitió capturar las grandes expresiones que nos ofrecía del paisaje con sus matices de colores y formaciones rocosas.
Después de haber recorrido 2 horas en vehículo, llegamos a nuestro destino esperado. El monte Aconcagua, el cual, hace parte del Parque Provincial Aconcagua. En la entrada hacia este lugar, se encuentra una pequeña cabaña que corresponde al centro de visitantes, donde ofrecen información y permisos de ingreso hacia esta montaña. Como también, información acerca de la temporada de escalada (por lo general, entre los meses de noviembre y marzo). Pero, debido a la temporada del año en que estuvimos (mes de octubre), no era permitido el acceso a personas hacia la cumbre de la montaña y solo permitían el ingreso hasta cierta distancia de la entrada principal del parque.
En nuestro caso, tuvimos la oportunidad de avanzar hasta la laguna los horcones, sitio a 2 kilómetros del centro de visitantes, donde se puede realizar una caminata tranquila y contemplar el alrededor del paisaje. Aunque, nuestra prioridad y deseo era observar el imponente Aconcagua, alzándose sobre nosotros como si fuera un gran gigante que no quisiera ser domado por las personas que suben hasta la cumbre de esta montaña. Contamos con la suerte de hacerlo y observar hacia la distancia su cúspide, debido a las buenas condiciones climáticas; haciéndome el imaginario de lo grande que sería llegar a este punto de la montaña.
A lo largo del recorrido de las lagunas los horcones y espejo, pude contemplar también sobre algunos bloques de rocas, la huella marcada de una concha de mar, la cual, evidencia el proceso de formación de estos estratos sedimentarios hace millones de años, donde su ambiente original de formación fue bajo el mar, en condiciones totalmente diferentes a las actuales. Pero, debido al constante movimiento tectónico y como lo menciono yo, a la vida que tiene nuestro planeta. Estos estratos rocosos se alzaron miles de metros sobre el actual nivel del mar, debido a la colisión de la placa sudamericana y pacífica que hay en este sector de los Andes. Como queriendo hacerse notar esta cadena montañosa, y dejarse contemplar por sus maravillas naturales hacia las personas que vienen a visitar esta barrera orográfica.
Una vez de haber contemplado una de las montañas más grandes del continente sudamericano, nuestras expectativas fueron altamente demandadas por la alta belleza que ofrecía el paisaje circundante y la sensación de conexión que se sentía alrededor de este lugar, algo difícil de describir con nuestras propias palabras. Lo más importante en este caso fue dejarse llevar por las montañas y sentir lo que te ofrece este lugar.
Una conexión que me permitió comprender muchas situaciones y aspectos personales de mi vida y los cuales debía mejorar, con el objetivo de crecer como persona y comprender que estamos conectados a este planeta y no podemos dejarlo abandonado. La interacción entre la humanidad y la madre tierra ha puesto en evidencia lo destructivos que podemos llegar a ser, y esta madre al responder con carácter, como cuando responde ante sus hijos cuando se revelan ante ella, actúa sagazmente e ingeniosamente ante estos cambios sin ningún previo aviso y pone en evidencia que es un sistema sensible ante cualquier cambio que podamos generar. Como lo es el cambio climático y la pandemia actual que vivimos, evidenciando que todos somos vulnerables ante estos cambios.
Como reflexión y para terminar este relato, debo confesar que la experiencia vivida en este sitio y las que me falta por vivir. Hasta el momento, este ha sido uno de los sitios más maravillosos en los que he estado. Donde hubo una sincronización casi perfecta entre lo natural, histórico, gastronómico y la calidad humana de las personas en este lugar. Lo cual, me lleva a pensar que te debes dejar sorprender con las maravillas que ofrece este mundo, arriesgándote a conocer diferentes lugares y lo que tiene que ofrecer, para así, obtener un punto de vista diferente acerca de lo que suelen comentar otras personas del común, y con esto, obtener una nueva perspectiva de estos sitios y ¿por qué no? acerca de tu vida.