Por: Javier Cruz Salgado
Quisiera irme lejos, muy muy lejos, desaparecer por un tiempo. Pues todo comenzó debido a que a mi vida llegaron cambios importantes, del tipo de cambios que hacen que te den ganas de escapar. Y precisamente fue lo que hice. Llevaba ya algunos meses viendo los videos de Alan por el mundo, siempre me ha gustado mucho viajar, ver sus videos me llena de esa emoción por ir a conocer el mundo.
De todos los destinos que Alan ha documentado con su cámara, mi favorito sin lugar a duda son los videos de su viaje a Singapur. Singapur me maravilló por la gran cantidad de actividades turísticas de clase mundial que ofrece. Tiene todo lo que podía desear en un viaje. Imaginaba con gran ilusión tomarme una foto frente al imponente Marina Bay Sands.
Fue entonces cuando decidí abrir las aplicaciones que uso en mi teléfono para buscar vuelos baratos y como cuestión del destino, me encontré con un vuelo redondo a Singapur por $18,000.00 pesos mexicanos, lo cual me pareció una buena oferta. Así que me conecté con mi yo más millennial y le di con todo a mis ahorros de varios años.
Así, luego de 22 horas de viaje de México a Singapur, con una escala en los Ángeles me encontraba llegando a la ciudad de mis sueños. Me llamó mucho la atención la amabilidad con la que te tratan al pasar por migración, casi podría decir que fue la misma experiencia que tienes cuando pasas por la entrada de Universal Studios. Sin embargo, junto a la visa de turista que me dieron se encontraba un documento con letras en rojo con la advertencia de que cualquier delito relacionado con drogas se castiga con la muerte. Ya había visto en los videos de Alan que es un delito grave, sin embargo verlo por ti mismo te llama la atención.
A pesar que al llegar no tenía ni idea de que hora era, ya que cuando salí de México era de día y después de 22 horas de viaje, seguía siendo de día, cosa muy rara la verdad, tenía la necesidad de ir a ver el famoso hotel con la alberca infinita en la parte más alta. Así que llegué a mi hostal de habitaciones tipo cápsulas en el barrio hindú, me instalé y me fui de inmediato a conocer la ciudad.
Me gusta mucho caminar, así que con ayuda del Google Maps me fui caminando de mi hostal hasta el Marina Bay Sands. Me perdí entre sus calles, vi una gran cantidad de iglesias de diferentes religiones, pasé por restaurantes callejeros de variados olores agradables para el viajero nómada. Todo esto ocurrió hasta que de repente, estaba peleando con mi celular que parecía perder la señal y por consecuencia perderme a mí también, levanté la vista y pude ver ese hotel con forma con algo parecido a un barco en la punta de sus tres torres. Un pensamiento llegó a mi mente, lo recuerdo muy bien, en mi mente estaba la frase “lo lograste”. En ese momento me percaté que estaba literalmente al otro lado del mundo, me di cuenta que todos mis problemas estaban muy lejos y que por lo menos en ese momento, no me importaban en lo absoluto.
Mi recorrido por Singapur fue una gran experiencia, conocí gente de varias partes del mundo que nunca pensé. Presencié el alucinante skyline en el mirador del hotel Marina Bay Sands, tanto en la tarde como en la noche. Disfruté de una cerveza muy fría con los pies dentro de la arena de las playas de la isla Sentosa. Como ingeniero que soy, me asombré en el museo de arte y ciencia. Compré los llaveros y los imanes del refri para mis amigos y familiares en el Chinatown. Tomé miles de fotos en los modernos jardines de Garden by the Bay. Grité en las montañas rusas de Universal Studios. Y bueno, visité todos los lugares que Alan recomienda en sus videos de Singapur.
Y pues, luego de un par de días en Singapur, llegué a un lugar lleno de bares y restaurantes con un ambiente muy relajado y agradable para tomar la copichuela y relajarse escuchando la música en vivo. Una experiencia curiosa fue escuchar Creep de Radiohead con un acento del inglés de Singapur.
Pero sin lugar a duda, la experiencia más curiosa fue encontrar el bar donde Alan pidió una michelada. Entré por la puerta del bar y fue como si estuviera presenciando en primera persona el video mismo. Todo estaba exactamente igual, hasta la misma persona que atiende la barra estaba en ese momento. No pude con la tentación y me acerqué a la barra y le pregunté a la señora de la barra si tenía micheladas, su expresión fue muy curiosa, como si estuviera recordando una experiencia pasada. Estaba como sorprendida y confundida, me pidió que repitiera lo que quería, le dije – michelada, tiene michelada. Fue cuando me dijo que sí, pidió a un mesero que me indicara las opciones de micheladas que tenían. No les voy a mentir, la michelada no fue nada buena, pero la experiencia me dio mucha risa, lo mejor de todo es que lo grabé en video y lo pude compartir con mis amigos.
Te recomiendo todo en Singapur, menos sus Micheladas jejejeje