El amor es inoportuno, sorpresivo y repentino. El amor llega cuando menos te lo esperas y se esconde cuando más lo buscas. Enamorarse en un viaje es más común de lo que parece y conozco muchas historias de personas que han sido flechados por un cupido que no necesariamente habla su idioma.
Podría hablarles de mi amiga Mara -el cuál no es su verdadero nombre- quien quedó enamorada por un francés que conoció en un bar al cual ella se negaba a entrar pues deseaba ir a otro sitio de Paris. El flechazo fue tan grande que Mara terminó arrojando su boleto de regreso al río Sena y se quedó en Francia el tiempo que su pasaporte se lo permitió. Regresó a México y después de un tiempo volvió a la ciudad luz para vivir con su amado. Transcurrido un año las cosas no funcionaron y terminó por volver a su país. Aunque no fue una historia con desenlace de cuento, ella lo narra con emoción y aventura de lo que vivió durante ese tiempo.
También está la historia de mi amigo Francisco que conoció a su esposa durante un viaje a Egipto. Ambos viajaban con sus padres y el tour estaba lleno de viajeros mexicanos. Aunque afortunadamente ambos son de la misma nacionalidad la chispa nació en Egipto y tienen prometido volver a ese destino cuando cumplan diez años de casados.
Otra historia por demás curiosa es la de Flore, que haciendo una escala “eterna” de 7 horas en el aeropuerto de Londres conoció a Mark, convivieron de manera intensa esas siete horas de espera en el aeropuerto antes de que ambos tomaran rumbos distintos. El le compró una bolsa de diseñador y ella le regaló un beso. Antes de que Flore abordara el avión que la llevaría a su destino Mark le confesó que hacía horas que había perdido su vuelo de manera voluntaria para estar con ella. Aunque el gesto fue muy conmovedor ambos acordaron no darse sus datos y sólo conservar el recuerdo de lo vivido.
Existen quienes viajan -y viven verdaderas travesías- para conocer a la persona de la cual se han enamorado de manera cibernética como es el caso de Joe Knolle que ya hemos narrado en este blog.
También hay personas que viajan con el único fin de hacer turismo sexual. Pero eso es otra historia.
Mucha gente me ha preguntado si yo me he enamorado durante un viaje. Y la verdad es que no. No puedo negar que he conocido a mucha gente que me ha movido el tapete como decimos en México. Pero en ese sentido estoy chapado a la antigua. Digamos que el amor me toma tiempo y en un viaje no representa prioridad alguna. Me enamoran los destinos y ciudades, los paisajes y los momentos. Ya habrá tiempo para buscar a cupido en lugares exóticos.
Sin embargo soy un gran fanático de las historias de amor durante los viajes. Siento que tienen algo de especial, como de historia novelada. Que al contarse en el contexto de una travesía adquieren tintes de leyenda y sólo quienes la protagonizan conocen la delgada línea entre la realidad y la ficción. Qué tanto es amor, qué tanto aventura y qué tanto es cuento. No lo sabemos. Al final todos tenemos una historia que jamás contaremos.
¿Se han enamorado en un viaje? me encantaría leerlo en los comentarios.
ya casiii conozco todo el mundo, gracias, eres lo máximo
Alan, no esta por demás decirlo, pero me encanta leer cada post que publicas, por que al igual que tus vídeos son realmente geniales !!! en lo personal en un viaje nunca me he enamorado, más existe una persona que me ha inspirado para conocer su país que es España, justo el país que más anhelo conocer pronto !!!
para mi eres lo maximo gracias a tus viajes y aunque tu no lo sepas boy contigo a todos tus viajes(porque los he visto todos)aparte me encanta la musica que pones de fondo en los videos sin dejar atras tus buenas narraciones y uno que otro chiste unos mas graciosos que otros yo me enamoro de cada ciudad que visitamos xoxoxoxoxo