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¿Qué hacer en León, Guanajuato? cultura, comida y calzado

Foto: Karla Campos

Por Karla Campos. 

León, Guanajuato, no necesita gritar para impresionar. En cambio, seduce con detalles: un jardín escultórico inesperado, un taller donde se esculpen zapatos a mano, una bebida burbujeante que cuenta historias.

Acompañados por el apasionado promotor cultural Sergio Ramos Muñoz —autor del libro Mi nombre es León— recorrimos esta ciudad de alma trabajadora y orgullosamente “panza verde” en una escapada exprés que se convirtió en experiencia sensorial.

Foto: Karla Campos

Forum Cultural Guanajuato: un museo con historia viva

La primera parada fue el Forum Cultural Guanajuato, un oasis de arte y memoria. Las salas que relatan la historia de la región están impecablemente curadas, y las réplicas de esculturas universales dialogan con piezas locales con una elegancia poco común.

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Afuera, el jardín escultórico invita a caminar lento, como si cada obra susurrara algo distinto bajo el sol del Bajío. Aquí destaca la “Tamborilera”, una pieza de la artista Leonora Carrington, ¡imperdible!

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En la entrada, encontrarán una escultura de San Sebastián Mártir, el santo patrono de León, Guanajuato, y su devoción se remonta a los primeros años de la fundación de la ciudad. Soldado romano convertido al cristianismo, San Sebastián fue martirizado por su fe, lo que le valió ser considerado protector contra epidemias y enfermedades.

Foto: Karla Campos

Zapatos con alma leonés

Después tuvimos la oportunidad de visitar el taller de Lobo Solo, una empresa mexicana que fabrica calzado completamente a mano, para conocer un poco de la tradición leonesa de la piel. Ahí se respira cuero, pero también paciencia. Cada par de zapatos comienza con una cuidadosa selección de pieles, que pasan por un estricto control de calidad: se revisa su textura, resistencia y uniformidad, descartando cualquier imperfección que comprometa la durabilidad del producto.

Foto: Karla Campos
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Una vez aprobadas, las pieles se cortan a mano siguiendo moldes clásicos que garantizan una silueta elegante y cómoda. Después, artesanos expertos ensamblan cada parte del zapato utilizando puntadas hechas a mano, con hilo encerado que refuerza la unión y asegura una larga vida útil.

Foto: Karla Campos
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La suela se monta a través de una técnica tradicional que permite recambiar la suela sin afectar el cuerpo del zapato— y luego se lustran con cremas naturales que resaltan el brillo y la profundidad del color. 

Foto: Karla Campos
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Al final, cada par pasa por un control final, donde se verifica que la horma sea perfecta, que el cuero no presente marcas y que la suela esté impecablemente colocada. En la calidad de sus zapatos se siente el amor de generaciones por un oficio que sigue siendo arte.

Foto: Karla Campos
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Comida que cuenta historias

En el centro, probamos un caldo de oso tan sabroso como engañoso. A pesar del nombre, no lleva carne de oso (afortunadamente), sino que es una mezcla intensa de vinagre, chile seco, fruta encurtida como pepino y zanahoria, y especias que despiertan el apetito. Su sabor entre agrio y picante es refrescante y adictivo, ideal para los climas calurosos de la región.

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Luego llegaron las guacamayas en Don Diego, el antojo crujiente por excelencia. Son tortas rellenas de chicharrón (duro)  bañado en salsa roja, con un toque de aguacate y limón. El crujido del pan y del chicharrón es música para el alma, una sinfonía de sabor que resume el espíritu callejero y sabroso de la ciudad.

Foto: Karla Campos

De postre, un helado en La Garrafa, cremoso y sin artificios. Preparado al estilo tradicional con frutas naturales, leche o agua. Sabores como mamey, guanábana y nuez son imperdibles. Yo comí de chongos.

Foto: Karla Campos

La experiencia se completó con un vaso de cebadina, bebida fermentada típica hecha con cebada, flor de jamaica, limón y bicarbonato. Su efervescencia chispea en la lengua y en la memoria. Además de refrescante, ayuda en la digestión, perfecta para cerrar con broche de oro esta ruta gastronómica tan intensa como deliciosa.

Foto: Karla Campos

A León fuimos al festival Endémico 2025, aquí les contamos más de esta experiencia.

Catedral y memoria histórica

La Catedral Basílica de León, también conocida como la Catedral Metropolitana de la Madre Santísima de la Luz, es uno de los principales templos religiosos de Guanajuato y un símbolo arquitectónico de la ciudad. Su construcción comenzó en el siglo XVIII y se concluyó en el siglo XX, por lo que en su estructura conviven estilos neoclásico y barroco.

El interior es sobrio, amplio y solemne, y resguarda importantes capillas laterales, entre ellas la del Santísimo Sacramento, decorada con mármol y detalles dorados, donde se invita al recogimiento y la oración. 

El altar mayor, de grandes proporciones, se encuentra presidido por una escultura de la Virgen de la Luz, patrona de León, y es uno de los elementos más imponentes del recinto. Sus vitrales y cúpulas permiten que la luz natural transforme el ambiente a lo largo del día, reforzando el carácter espiritual del templo.

Foto: Karla Campos

El día terminó frente a la catedral, mientras Sergio nos contaba que Miguel Hidalgo y Costilla nació en la entonces Alcaldía Mayor de León y Zacatula. En el centro, una escultura conmemorativa lo recuerda. Como casi todo en León, la historia está al alcance de la vista… y del corazón.

León no solo se visita: se escucha, se huele, se camina. Es una ciudad que se deja querer lentamente y que recompensa a quien presta atención. Volveremos, porque cuando un lugar se siente tan humano, siempre queda algo por descubrir.

Karla Campos

Geek de tiempo de completo y viajera con muchas millas para recorrer.

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