Entrar a Cascabel, el restaurante de la aclamada chef Lula Martín del Campo, es como atravesar un portal al alma de México, donde el maíz, ese grano ancestral, se erige como guía y protagonista.
Ubicado en un rincón que conjuga la modernidad con la tradición en Santa Fé, este espacio te invita a un recorrido culinario profundamente arraigado en la identidad mexicana, que este 2024 le valió a Lula ser nombrada Mejor Chef del Año por la Guía México Gastronómico.
El primer paso dentro de Cascabel te lleva a una mesa interactiva, en la que descansan cerca de 10 tipos de maíz. Estos granos, cuidadosamente seleccionados, no solo narran historias de tierra y tiempo, sino que anuncian lo que está por venir: un festín que honra la triada sagrada de maíz, frijol y chile.
El restaurante vibra con vida. En el salón principal, destaca un mural de la artista Betsabeé Romero, titulado “Los códices prehispánicos que viajan a través de la luz”, y los platos diseñados por Adriana Díaz de Cosio, inspirados en la textura microscópica del maíz, te recuerdan que aquí, cada detalle tiene un propósito.
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En la cocina abierta, puedes observar a Doña Reina, el corazón de la cocina, amasando con manos expertas las bases de cada platillo. Hay algo profundamente conmovedor en su trabajo, como si cada tortilla llevara consigo los ecos de generaciones pasadas.
Un menú que abraza la herencia
La experiencia comienza con tostadas con salsa, un gesto humilde pero esencial que prepara el paladar para los sabores ricos y variados que siguen. La quesadilla de huitlacoche con queso es un susurro de tierra húmeda, un recordatorio del misticismo que rodea al maíz negro.
Luego llegan los esquites ancestrales, un caleidoscopio de maíces rojo, azul y blanco, mezclados con una mayonesa casera de chapulines, una oda a Pátzcuaro, Michoacán, que nos habla de biodiversidad y orgullo regional.
Las tortitas de huauzontle con mole del abuelo son un abrazo cálido, donde el mole, hecho con paciencia infinita, cuenta historias de cocinas familiares.
El pulpo con chorizo y papas aporta un toque contemporáneo con su sabor ahumado y especiado, mientras que la calabaza mantequilla al horno equilibra con su dulzura natural, acentuada por cúrcuma y aceite de oliva.
Y el final, casi como un suspiro, llega con los plátanos con crema y cajeta, un postre nostálgico que encapsula las sobremesas mexicanas de antaño, con crumble de galletas Marías que nos transporta a los días de la infancia.
Bebidas que acompañan la memoria
Los cócteles de la casa son el complemento ideal. El Cascabel, con mezcal, jamaica, chile y limón, despierta los sentidos con su picor y frescura, mientras que el Quetzal, con notas de pepino, limón y miel de agave, es un recordatorio refrescante de la riqueza de los ingredientes mexicanos.
El corazón de Cascabel
Cascabel no es solo un restaurante; es un homenaje. Lula Martín del Campo ha logrado crear un espacio que celebra el maíz en todas sus formas, desde los textiles que adornan el salón hasta los platillos que llegan a la mesa. El maíz no es un ingrediente aquí: es la esencia misma, el hilo conductor que une sabores, técnicas y tradiciones en una narrativa que honra el pasado mientras abraza el presente.
Para los que busquen algo más que una comida, para los que quieran sentir la riqueza de México en cada bocado, Cascabel es una experiencia imprescindible, un paseo gastronómico por las raíces que nos sostienen y el futuro que construimos con cada tortilla.
Dirección: Av. Javier Barros Sierra 540, Santa Fe, Zedec Sta Fé, Álvaro Obregón, 01376 Ciudad de México, CDMX
Costo: $$$
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