Por: David Fridman
Cuando alguien menciona Disney, algunas de las cosas que vienen a la cabeza son: “viaje familiar”, “el lugar más feliz del mundo”, “orejas” y “bájate del barandal”. Viaje familiar resuena mucho en mi cabeza. Tuve la suerte de crecer en una familia que le gusta viajar y cada año nos llevaban mis papás a mis hermanos y a mí a Disneyland o a Disneyworld (es lo mismo, nomas que uno es en Orlando y el otro en Los Ángeles) (pero en los dos se paga en dólares) (y en los dos se paga mucho) (para propósitos del post, me referiré a ambos como Disney porque la idea ya la entendieron).
La última vez que yo había ido a Disney fue en el año de 1996. Para muchos de ustedes amiguitos millenials, ese año no existió, que me lo inventé y ahora escribo ficción. Eso o sienten que les estoy hablando del siglo pasado. Y sienten bien. Fue hace tanto tiempo que en Tomorrowland – el pueblo futurista – los astronautas se comunicaban con walkie talkies. El punto es que la última vez que visité House of Mickey fue con mi familia y yo tenía 11 años. (evítense hacer cuentas, el post no se trata de eso).
Años y años después, un buen amigo, llamémosle Pablo E., decidió organizar un viaje a Disney y convocarnos a puros thirtysomethings porque ya no estamos en edad de Coachella. Todos dijimos que sí al instante. Mickey, amigos, gozadera, ¡como de que no!
Si, ajá.
Lo que ninguno de nosotros nos dimos cuenta en el momento de planear el viaje es que ninguno de nosotros sabíamos ir a Disney sin la familia.
Que gran diferencia es cuando uno tiene que tomar las decisiones y no nada mas sigues a tu papá y a tu mamá a todos lados. Para empezar, llegar a Disney a las 9am para exprimir bien los 130 morlacos que te bajan, nomas para entrar es prácticamente imposible. Creo que yo fui el que propuso esa idea y lo único que recibí a cambio fueron burlas y zapes. “¡No mames David!”, “Ni que fuera clase de 7”, “¡Pos no es a huevo!”, “¡Mejor tipo 12!”.
Bueno, llegamos a las 12 bien descansaditos todos, frescos y ¡listos para un día de diversión total! Ajá si tú. Estuvimos probablemente una hora y media en Main Street, la calle principal – sin juegos, con puras tiendas – porque ninguno de los 9 queríamos empezar el día sin un pinche espresso americano helado venti del Starbucks. Porque por supuesto que ya hay Starbucks en Disney. Entonces, todos tranquilamente a nuestras horas pidiendo nuestros cafés y chance un pan para poder aguantar hasta la hora de la comida que la teníamos programada a las 3 de la tarde. Cuando ya salimos todos, no éramos todos, por supuesto. Por alguna extraña razón, cuando uno rebaza los 30’s, es difícil no armar grupitos para ir #queporel llavero, #queporla gorra de Goofy, #queporla t-shirt de Mickey. Entonces como a eso de las 2 de la tarde por fin nos volvimos a encontrar todos, ya emperifollados de nuestros personajes favoritos y ¡estábamos listos para la gozadera como de que no!
Si, ajá.
Decidir por donde empezar fue una decisión más difícil que la de la pobre de Sophie. Unos queríamos ir a Space Mountain, otros a la Casa Embrujada, otros a Splash Mountain y otros ya tenían hambre. La decisión se tomó por proximidad, entonces ¡Space Mountain fue nuestro primer juego! ¡Todos listos para la gozadera!
Si, ajá.
Una hora y media de cola. Como somos nuevos en esto de ser líderes en Disney (ninguno de nosotros es papá todavía y no tenemos ese quinto sentido) no sabíamos de esta nueva dinámica que tienen en Disney de reservar tu lugar en los juegos a determinadas horas. No los voy a aburrir con la descripción de la dinámica pero nos mandaron a la Mansión Embrujada y de ahí nos aplatanamos a ver el desfile. ¡El desfile! ¡Qué gozadera el desfile!
Este si es en serio. Qué gozadera ver pasar a Elsa y a su hermana, cuyo nombre se me escapa, montadas en un trineo portando un abrigazo de pieles y peluches bajo un clima de +30º pero ¿cuántas personas pueden decir que fueron Elsa en Disney? No muchas, amigos. No muchas.
Como en Disney el tiempo pasa más rápido (y el dinero se va más rápido también), cuando acabó el desfile ya era hora de nuestra reservación en Space Mountain, entonces corrimos o trotamos hacia el juego y nos metimos a la fila. Lo que no te explican con todo este pedo de las reservaciones es que la reservación sirve para que en lugar de 2 horas de cola hagas una y media. Pos bueno, algo es algo y como es Disney nadie está triste y todos tenemos sonrisa constante como modelos de Crest (Colgate no pagó por su mención, tons Crest) porque según yo sueltan litio en el aire acondicionado y nos fletamos una hora y media de fila. Cuando faltaban tan solo unos metros para subirnos a nuestras naves espaciales ofoewirasd renfwkus dfglsa que se descompone el maldito juguete. Muy amablemente nos dieron un pase gratis para no hacer cola en It’s a Small World y con nuestra sonrisa constante nos retiramos, no sin antes bailar en medio parque con un dj que andaba por ahí amenizando con un remix de Be Our Guest.
Ya no les voy a contar más de lo que nos pasó después, pero lo que sí quiero dejar muy claro es que si ustedes creen que si van a Disney y se van a poder tomar un break chelero, pues déjenme decirles que ustedes creen mal. En todo el glorioso parque y con todos los centavos que se meten, UN pinche puestito de cervezas no pueden poner. Entiendo que es un lugar para niños pero oye, los papás que culpa.
En conclusión: si no han ido a Disney con sus amigos, sugiero que en este instante aparten fechas y empiecen a organizar porque you are not getting any younger (trust me). En verdad que fue un viaje memorable lleno de risas, cafeína y ciática.