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Dios bendiga a los mochileros

Hace poco leí en un comentario de alguien que se expresaba peyorativamente de los mochileros. Los llamó vagos, pobres, drogadictos y quien sabe cuantas cosas más.

Hace tiempo leí en un comentario de alguien que se expresaba de manera peyorativa de los mochileros. Los llamó vagos, pobres, drogadictos y quien sabe cuantas cosas más. Ardí por dentro, me contuve para no contestarle de la misma forma en la que ella se expresaba. No lo hice, ¿para qué? El mundo es demasiado redondo para mentes tan cuadradas.

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Yo nunca me he considerado un mochilero. Si bien he viajado de mochila en muchas ocasiones no me considero un digno representante de los mochileros. Más bien sería la versión fresa (o muy fresa) de uno. Tengo amigos realmente mochileros que yo les llamo los exploradores del siglo XXI. Los admiro y en secreto me gustaría tener un alma tan aventurera como ellos para dejar todo por un año o más y lanzarme a la aventura.

En mi viaje a Perú conocí a una chica australiana en el hostal de Cusco. Comenzamos a platicar y me contó que había dejado su aburrido trabajo en recursos humanos en una muy buena empresa para recorrer el mundo. Me dijo que le pagaban muy bien y que tenía suficientes ahorros para no regresar a casa en un rato aunque llevaba viajando ya trece meses. Trece meses!!! Me dijo que un día se dio cuenta mientras estaba sentada en su escritorio que la vida se le iba de las manos y que tenía demasiado miedo a dejar sus mejores años en una silla de oficina. Había recorrido infinidad de países y el día que la conocí regresaba de hacer el camino del Inca.

En Hong Kong después de llegar en autobús varios mochileros de distintas nacionalidades tomamos el transporte público guiados por un experimentado viajero italiano que no era la primera vez que visitaba la ciudad. Nos ayudó a todos para tomar el bus correcto y hasta nos pagó el peaje. En camino a nuestro destino y hablando de viajes nos contó que acababa de regresar de Vietnam después de pasar allí un par de meses. Yo le pregunté si había comido cosas extrañas y con su muy característico y estridente acento italiano me puso uno de los regaños más memorables de todos mis viajes! -Vietnam no son sólo comidas extrañas! ¿Porqué la gente cree que lo único que se puede hacer en un país asiático es comer cosas raras? Vietnam es bello, su comida, su gente y si la comida nos resulta extraña con qué derecho la comemos como un souvenir y una aventura faltando el respeto a sus costumbres.- Me quedé callado, no supe que decir. Pero me dio una gran lección y me motivó a visitar ese país pocos años después.

Durante mis viajes las máximas lecciones me han llegado de mochileros, son definitivamente el tipo de viajero del que más he aprendido. En China un viajero experimentado llamado John me dijo ¿Quieres conocer el mundo? ¿Me permites un consejo? Viaja a Asia mientras seas joven y deja Europa para cuando tengas cultura y dinero. Ese ha sido uno de los mejores consejos que alguien me ha dado.

No todos los mochileros son iguales pero es fácil identificar un mochilero temporal a un mochilero del alma. Es a ellos a quienes dedico este post.

Así que Dios bendiga a los mochileros pues ellos son quienes descubren el mundo en anticipada. Quienes con gran valor y sed de aventura van en búsqueda de nuevos rincones, de lugares secretos y especiales que luego serán explotados por el turismo en masa y a donde después ya no serán bienvenidos.

El mochilero suele ser más culto, más respetuoso y mucho más responsable que el turista promedio.

El mochilero va por caminos de tierra antes de ser pavimentados, llega no sólo para aprender sino para compartir. Llega no sólo a gastar sino a desgastarse.

El mochilero no es un muerto de hambre que no tiene para pagar un hotel de lujo. Es el viajero que ha decidido sacrificar una cama de una noche para pasar una semana en un hostal y descubrir un lugar a fondo. Es el que prefiere involucrarse con la gente en lugar de visitar un famoso museo. Intercambia las comodidades por la autenticidad.

El mochilero no es un ladrón ni un vago. Es aquel que en sus fotos de viaje sale sudado, cansado, quemado pero siempre sonriente. Porque al mochilero no le importan las apariencias, está aquí para embellecerse por dentro.

El mochilero se involucra, se interesa, se documenta.

Dios bendiga al mochilero porque ellos enseñan a viajar al mundo. Saben que la vida es mucho más de lo que cabe en una mochila y no tienen miedo a ser el único forastero.

Dios los bendiga porque cada camino que recorras como viajero ya fue pisado por un mochilero y si no, felicidades te has convertido en uno!

Alan Estrada

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